Si Azucarera Ebro goza de tantos apoyos como parece en el gobierno central, el próximo otoño tendremos una campaña remolachera con dos azucareras menos en Castilla y León. A la vez se habrá generado toda una batalla política en nuestra región, pues no creo que los partidos de la oposición dejen escapar tan excepcional ocasión para pedir cuentas a quienes por acción u omisión han sido los causantes de una importante desarticulación del tejido industrial y agrario de la región. El gobierno de Juan Vicente Herrera tendrá serias dificultades para encajar una decisión empresarial, a la que públicamente se habían opuesto, si no se daban unos condicionantes que no se han dado: acuerdo con la parte social, acuerdo con la parte agrícola e inversión agroindustrial que compense a las comarcas afectadas.
ASAJA se ha opuesto y se seguirá oponiendo a este cierre de fábricas por considerar que no hay razones suficientes para que otra vez se sacrifique a los agricultores, otra vez se sacrifiquen los intereses de Castilla y León, y que todo esto sea por nada a cambio y con el único objetivo de rentabilizar por el camino más fácil una gran compañía que está a la cola de sus semejantes en Europa y a la que sus gestores no han sido nunca capaces de colocar en el selectivo IBEX 35.
Supongamos por un momento que Rodrigo Rato y Fernández Norniella consiguen burlar a Juan Vicente Herrera y que las fábricas de Monzón y Benavente se cierran en esta campaña. No tengo duda alguna que Azucarera Ebro tendrá un as en la manga que lo sacará en próximas fechas, y que será alguna inversión para generar empleo alternativo y quizás valor agrario en la región, pero tampoco tengo duda alguna que al igual que con otras promesas de inversión hechas en Veguellina y Venta de Baños, no van a cumplir nada de nada. Y donde parece que sí van a cumplir, que es en Salamanca, las obras van al ritmo que marcan las ayudas oficiales y las exenciones fiscales que reparte Rodrigo Rato. Sí cumplirá la empresa con la parte social, acostumbrada a callar la boca a esos sindicalistas que entienden que su responsabilidad para con la sociedad no va más allá de la puerta de sus casas, por lo que con cuatro incentivos y alguna prejubilación bien pagadas les habrán puesto de su parte y se partirán el pecho en defensa del capital.
No cabe duda que ante esta hipótesis de cierre de dos fábricas, se aumentará la actividad de las que quedan – perogrullada que casi ha molestado cuando la he dicho -, que por proximidad son necesariamente las de Peñafiel, Toro y La Bañeza. Ninguna de ellas está preparada para recibir las 750.000 toneladas de cupo de las que cierran sin causar graves trastornos y pérdidas económicas a los agricultores históricos de las mismas; y no lo están porque Azucarera Ebro primero cierra y después, si es imprescindible para los intereses de la empresa, invierte. En la Azucarera de La Bañeza, por ejemplo, han incumplido un compromiso escrito de invertir más de 1.200 millones de pesetas de las de hace cinco años en la zona de recepción y análisis de remolacha, justo la inversión que interesa a los agricultores.
El cierre de Monzón y Benavente consolidaría la fábrica de La Bañeza, pues las otras dos ya están consolidadas el reparto de estas 750.000 toneladas se vislumbrará la intención de la empresa en el medio plazo. Lo razonable es que después del reparto de estas 750.000 toneladas, las tres fábricas quedasen con un cupo similar, lo que sería señal de tener la intención de mantener las actuales áreas de cultivo. Si por el contrario se potencia una o dos de ellas en detrimento de otra que se quede con un cupo marginal, no hará falta ser muy listos para adivinar quién va a ir detrás. Y no digo todo esto por casualidad, pues o mucho me equivoco o el cupo se irá mayoritariamente para Toro y Peñafiel dejando unas migajas para La Bañeza, que se convertiría en la última o penúltima azucarera de España en volumen de molturación una vez hecha la reestructuración que falta de Guadarrama para abajo. Actualmente La Bañeza tiene un cupo de 518.000 toneladas, frente a las 754.000 de Peñafiel y las 850.000 de Toro.
Y a las muchas exigencias que en vano harán a Azucarera Ebro voces más autorizadas que la mía, me permito poner otra encima de la mesa: aprovechar la reestructuración, si se produce, para crear un laboratorio interprofesional del sector remolachero azucarero único en la región, que bien podría ubicarse en cualquiera de las dos plantas que pretenden cerrar.
León, 11 de agosto de 2003.
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