Según el documento del Consejo de Ministros por el que se aprobó la Reforma de la PAC, en el otoño de 2003, probablemente a finales del mes de septiembre, la Comisión deberá presentar propuestas de reforma de la organización de mercado (OCM) de tres sectores (algodón, tabaco y aceite de oliva), cuyas propuestas irán en la misma línea de Reforma. Es decir desacoplamiento parcial o total de las ayudas que se dan actualmente.
Sin embargo, también el sector del azúcar y la remolacha es otro de los sectores sobre el que la Comisión Europea piensa plantear una reforma inmediata, muy probablemente en la misma fecha que los otros tres. La razón de que no se hubiera incluido en la misma mención de la Reforma es que el azúcar no tiene actualmente ayudas directas que reformar dentro de las medidas de desacoplamiento. El único sector reformado que guarda alguna similitud con el azúcar es el de la leche, en el que se han decidido recientemente importantes reducciones de los precios de intervención y un incremento de las ayudas directas, que se aunque aun no han comenzado a darse, se decidieron ya en la anterior reforma de la Agenda 2.000.
El sector azucarero afronta en los próximos años un difícil dilema: Por una parte se comenzará en 2005 a liberalizar las importaciones de los Países Menos Avanzados (PMA), en virtud del acuerdo de liberalización comercial «Todo menos las armas» (EBA); tiene un importante litigio planteado dentro de la Organización Mundial del Comercio (OMC) por las exportaciones de azúcar excedentario, y además tendrá que afrontar los nuevos acuerdos a los que se llegue dentro de la OMC dentro de la Ronda de Doha, que sin duda serán restrictivos para el sector. Por otra parte, implantar eventuales ayudas directas para compensar posibles bajadas de precios o cuotas implicaría la difícil tarea de buscar dinero disponible dentro de las actuales restricciones presupuestarias.
La Comisión Europea encargó hace unos meses un estudio independiente sobre el futuro del sector azucarero europeo en cuyas conclusiones se plantean drásticas medidas de reforma del sector, que en el mejor de los casos plantea en un futuro a medio plazo un sector mucho más reducido en el que solamente sobrevivirán las producciones más competitivas a nivel de la UE, asumiendo la desaparición del cultivo de la remolacha azucarera en zonas y países completos.
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