En marzo pasado en Japón se detectaron cerdos con anticuerpos de Peste Porcina Clásica (PPC), que no se sabía si podían proceder de la vacunación o de la propia enfermedad. Hace más de diez años que no se detectaba la enfermedad en Japón y la vacunación acabó oficialmente en noviembre de 2000, aunque se ha permitido en determinadas circunstancias, bajo supervisión oficial y con vacunas aprobadas.
Los resultados de la investigación llevada a cabo han puesto de manifiesto que se aplicó la vacunación en una parte de los animales de la explotación en cuestión. Los virus aislados en estos cerdos eran diferentes de las cepas de uso vacunal autorizadas para su producción y venta en Japón.
Además, la elaboración de las cepas empleadas en la fabricación de vacunas aprobadas utiliza el sistema de «lote de siembra» para impedir cualquier mutación y los virus de las vacunas aprobadas son atenuados de manera que pierdan su infecciosidad horizontal. Por tanto, los virus aislados en la explotación sospechosa no pueden originarse de la mutación de cepas vacunales.
Asimismo, en Japón se prohíbe la fabricación de vacunas no aprobadas. Inspectores farmacéuticos fiscalizan periódicamente las plantas de producción de vacunas. Las autoridades niponas son de la opinión de que los virus que han sido aislados no proceden de una vacuna producida en Japón y dado que están prohibidas la importación y la venta de vacunas extranjeras, parece ser que las vacunas empleadas en esta granja fueron importadas ilegalmente en Japón.
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