En 2.001, la Comisión Europea, ignorando todas las objeciones a su propuesta, hizo adoptar en el Consejo de Ministros de la Unión Europea, la iniciativa «Todo Menos Armas», a favor de los Países Menos Adelantados.
Esta iniciativa consiste en abrirles totalmente los mercados europeos y principalmente el mercado del azúcar a partir de 2.009, sin ninguna regulación, y ninguna preocupación por los efectos perversos de comercio triangular y del fraude, que podían ocasionar los bajos precios mundiales del azúcar, como acabamos de comprobar con el desgraciado ejemplo de los azucares de Balcanes.
Esta iniciativa «Todo Menos Armas» nos tenia que valer el reconocimiento de los Países Menos Adelantados, ayudarnos en las negociaciones multilaterales en la OMC y ser seguida por los demás países desarrollados.
Cuatro años después, no se ha alcanzado ninguno de estos objetivos y la liberalización próxima de las importaciones en Europa de azúcar de los Países Menos Adelantados siembra la preocupación a los productores de remolacha y de azúcar europeos, y también a los productores de los países de África, del Caribe y del Pacifico, que proveen cada año 1,6 millones de toneladas de azúcar a la Unión Europea, e incluso para los Países Menos Adelantados que se sienten engañados entre las promesas de Bruselas de 2.001 y las propuestas de importante baja de los precios de 2.006 a 2.009.
La libertad de importación de los azucares de los 50 Países Menos Adelantados sin ningún control cuantitativo sembrara la perturbación sobre el mercado comunitario y precipitara la caída de los precios europeos, como estamos comprobando actualmente con el triste ejemplo del sector de los textiles. La COMISIÓN toma nota de esta presión a la importación anunciando una muy amplia baja de los precios europeos a partir de 2.006 y de todos modos antes de 2.009, con el fin de frenar los ardores de los Países Menos Adelantados. La COMISIÓN olvida simplemente, o no quiere ver, que el SWAP, es decir el comercio triangular, y la fluctuación de las monedas conducirán a los comerciantes internacionales a hacer fracasar su plan.
La COMISIÓN tiene todavía la posibilidad de impedir este desastre y de encontrar una solución equilibrada. Le basta oponerse a los flujos comerciales artificiales prohibiendo el comercio triangular de azúcar entre los Países terceros, los PMA y la Unión Europea con el fin que los PMA solo vendan en Europa sus excedentes de azúcar y no, por sustitución, los excedentes de otros países como Brasil, Australia y Tailandia. La Unión Europea tiene también que poner en marcha cláusulas de salvaguardia cuantitativa automáticas. Cuando un mercado resulta amenazado, es inadmisible esperar 6 o 8 meses para reaccionar; si se espera las empresas europeas estarán arruinadas y el número de parados se incrementará.
Esta política inteligente respecto a los Países Menos Adelantados y que piden ellos mismos, puede, limitando la bajada de los precios, ayudarlos a desarrollarse sin arruinar a los países ACP y tampoco a numerosos productores europeos de remolacha y de azúcar.
Por consiguiente, pedimos a los tres Comisarios europeos en cuestión, a la Sra. FISCHER BOEL en Agricultura, Sr. MANDELSON en Comercio y al Sr. MICHEL en Desarrollo, que muestren pragmatismo y sentido común. Es necesario tener la posibilidad de organizar una gestión cuantitativa del mercado europeo del azúcar en el interés de todos los productores, europeos, ACP y PMA. Esta responsabilidad incumbe también al Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores que tiene que adoptar próximamente el nuevo Sistema de Preferencias Generalizadas donde los textiles hoy y el azúcar mañana plantean problema.
La opinión pública europea ha entendido perfectamente que es urgente reaccionar ante el desastre de los textiles, y es igualmente urgente impedir un desastre para el azúcar.
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