La naturaleza no deja de admirarnos cada día y de mostrarnos la prodigiosa capacidad de la vida para adaptarse a las circunstancias más extremas, ecosistemas específicos…. y así asegurar su subsistencia en el horizonte de cientos y miles de años.
Efectivamente las miles de especies del reino animal y vegetal que hoy conocemos y que cada día se descubren, proceden de un proceso de adaptación a las agresiones del medio, de burlar a sus enemigos y de lograr su sustento evolucionando cada una de sus células y formas de vida, de manera que en perfecta sincronización todo el cuerpo y cada una de sus variaciones van en la dirección de cumplir el fin último de la subsistencia y la perpetuación de la especie. Es la teoría de la evolución de las especies de Darwin.
Los humanos no somos ajenos a estas directrices de la naturaleza, así en el campo de lo sexual, los especialistas no paran de llamarnos la atención sobre los graves problemas de los varones, que en porcentajes cada vez más importantes sufren problemas de erección, impotencias y esterilidad debido a la falta de estímulos en una sociedad promiscua y liberal que nos conduce en definitiva a la falta de apetito sexual lo que originará a la postre los problemas reseñados. A esto hay que añadir todo el contexto medioambiental degradado, la polución, el estrés, etc…
Estos mismos científicos aventuran que la naturaleza ya tiene programada la solución para que nuestra especie se perpetúe solucionando los problemas de erección que impiden el coito y por ende el descenso alarmante de la natalidad en las sociedades más evolucionadas.
El enorme esfuerzo y desgaste que para el organismo supone el acto reproductivo en lo que respecta a la necesidad de flujos sanguíneos, calorías, hormonas.. una vez que los hombres al parecer hemos perdido motivaciones, ha llevado a la naturaleza al diseño, hoy apenas perceptible, para nuestros descendientes lejanos de un cartílago por el centro del pene que se transformará en un hueso con articulación incluída idéntica a la rodilla o el codo que efectuará erecciones sin esfuerzo alguno aunque menos placenteros y dependiendo más de la voluntad que de los estímulos. Es la misma teoría de la evolución de las especies arriba reseñada.
El sector agrario tiene una situación similar y también necesita su hueso. Para salir a reivindicar, para que la sociedad perciba el grado de enfado y desencanto de los agricultores y ganaderos, necesitamos que los problemas sean gravísimos y pongan en riesgo inminente nuestra subsistencia en el oficio y la vida de nuestros hijos en los pueblos.
Necesitamos que la naturaleza cree el hueso que nos facilite una participación normalizada en la defensa de nuestros intereses sin que la reivindicación sea tan excepcional, tan desesperada y con tanto esfuerzo que finalmente sea imposible materializarla con la frecuencia precisa, lo que conllevará la desaparición del sector. La naturaleza que para la perpetuación de la especie humana lo va a remediar, nos da la pauta para poner solución a nuestra impotencia para convencer a los políticos y a la sociedad de la necesidad de la agricultura y de la ganadería.
La cuestión ahora es en ¿cómo ha de ser el hueso?. y ¿dónde situarlo?
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