La Comisión Europea adoptó la pasada semana una nueva normativa sobre el contenido máximo en los alimentos de dioxinas y bifenilos policlorados (PCB), que completa la legislación ya existente desde 2002, en la que faltaban algunos límites, debido a la falta de información científica entonces disponible.
Las dioxinas y PCB son unos compuestos extremadamente tóxicos y persistentes que se producen particularmente en las combustiones, tanto naturales como artificiales. Los fabricantes y operadores de alimentos son los responsables de que el contenido de estas substancias esté por debajo de los límites tolerables.
Los alimentos más susceptibles de contener dioxinas son los de origen animal, ya que estas se concentran en los tejidos grasos y la principal fuente de contaminación es aérea, desde las emisiones de las fuentes (industrias, incineradoras, tráfico rodado etc.) al suelo, de donde puede pasar a los animales través de su alimentación.
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