Aunque la genética y el manejo son las causas principales de una baja fertilidad en las vacas lecheras, cambios en la dieta, pueden corregir este hecho parcialmente, así se ha puesto de manifiesto en la Conferencia Británica del Vacuno. Tras la inseminación, como media, un 40% son vacas preñadas, un 40% abortos al inicio del embarazo, un 10% son abortos al final de embarazo y un 10% vacas no preñadas. El 40% de abortos tempranos es lo más preocupante porque conduce a ciclos irregulares en las vacas.
Según Gin Morris de la empresa BOCM Pauls, reducir el intervalo entre partos, solo un mes, de 13 a 12 meses, supone un incremento de un 7% en el rendimiento lácteo en tres lactaciones. Sin embargo, las vacas pueden perder su buena condición corporal, llegando a perder 42 kg de grasa corporal, lo que se paga a costa de la fertilidad.
Proporcionado una dieta rica en insulina, la tasa de embarazos puede aumentar en un 33%. Según los estudios realizados, con este tipo de dieta, un 27% de las vacas podrían preñarse a los 120 días del parto. Esta misma dieta, proporcionada hasta que subiera la progesterona, seguida de una dieta de inseminación, puede conducir a que el 60% de las vacas estén preñadas.
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