Las practicas habituales en la producción porcina, como mezclar hembras preñadas no familiares, pueden provocar luchas para establecer una jerarquía social. La inestabilidad social tiene consecuencias en la respuesta de comportamiento, endocrina e immune de las cerdas preñadas y en su desarrollo reproductivo. Determinar estas consecuencias ha sido el objeto de un estudio realizado por el Instituto de Ingestación Agraria de Francia y cuyos resultados se han publicado en Journées de la Recherche Porcine.
Durante el estudio, las cerdas preñadas se alojaron en parejas. El efecto estresante se introdujo en el último tercio de la gestación. Consistía en modificar las parejas 8 veces entre los días 78 y 102 de la gestación. En el grupo de control no hubo ningún disturbio.
La variación de pareja produjo un comportamiento agonístico, cuya longitud e intensidad descendía con el número de mezclas. Los niveles de cortisol fueron más elevados en el grupo con estrés, que en el de control durante todo el experimento, lo que sugiere que el estrés social era crónico en lugar de agudo. La inestabilidad social crónica conduce a un aumento del porcentaje de monocitos sanguíneos y a un descenso de la proliferación de linfocitos.
Según el estudio, repetir la mezcla de reproductoras preñadas en el último tercio de la gestación tiene un impacto negativo en el bienestar de los animales y modifica algunos parámetros inmunes, lo que sugiere que la inestabilidad social crónica puede alterar la capacidad de las reproductoras de desarrollar una respuesta inmune.
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