Un ternero que nace muerto supone para una explotación mucha más pérdida que el simple valor del ternero. Las vacas con abortos tienen un riesgo, significativamente más alto, de morir o de tener que ser sacrificadas durante la lactación. Así lo ha puesto de manifiesto un estudio realizado por la Universidad Cornell (New York) y cuyos resultados se han publicado en el número de julio de Journal of Dairy Sciences.
El objetivo del estudio fue evaluar el efecto de los terneros nacidos muertos en el desarrollo reproductivo y supervivencia de las vacas lecheras en lactación. Los datos se recogieron de dos diferentes regiones de EEUU. El personal de la granja era el encargado de registrar la dificultad del parto, entre las escalas de 1 (sin problemas) hasta 5 (extrema dificultad).
La incidencia de abortos fue aumentando a medida que se incrementaba la dificultad del parto. La incidencia de abortos fue de 3.6, 11.2, 25.9, y 60.1% para clasificaciones de 1, 2, 3 y 4, respectivamente.
La supervivencia del animal y su desarrollo reproductivo también se analizó y se observó que los factores que reducían su tiempo de supervivencia fueron abortos, ser primípara y la clasificación 3 y 4 de dificultad de parto.
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