Es de todos conocida la alarma injustificada que se ha producido entre la opinión pública tras informaciones interesadas acerca del encarecimiento de los cereales y de determinadas producciones ganaderas y sus causas. Desde las cooperativas agrarias queremos transmitir un mensaje claro a los consumidores, exponiendo las causas de este incremento y el papel que estamos desempeñando para intentar paliar sus efectos, habida cuenta de que si el aumento de los precios en origen se trasladase a lo largo de la cadena atendiendo únicamente al efecto del crecimiento de los precios en origen, el efecto sería muy limitado, ya que éstos representan una parte mínima de los precios pagados por los consumidores.
En primer lugar conviene exponer las causas de este incremento. La subida de precios de los cereales no es exclusiva de nuestro país y ni siquiera de la UE, sino que lo es a nivel mundial. La situación que están viviendo los mercados, tanto de cereales como de algunas producciones ganaderas como la leche responde fundamentalmente a un incremento de la demanda de cereales en Asia (sobre todo en China e India), y en menor medida en el Norte de África, tanto para la alimentación humana como animal, y de unas producciones que no crecen en proporción a como crece la demanda. La globalización existente en los mercados es lo que provoca la traslación de los impulsos de la oferta y la demanda en muy poco tiempo y de una punta a otra del Planeta.
Otro de los factores es la reducción de la oferta, debido a factores coyunturales debido a la climatología adversa en zonas netamente productoras, como ha sucedido en el Este de Europa y en el Hemisferio Sur.
Consecuencias del desmantelamiento de la PAC.
Asimismo el oficio de agricultor y/o ganadero se ha devaluado, tanto económicamente como su imagen ante la opinión pública, y esto ha propiciado un significativo abandono de la actividad – al menos en el mundo desarrollado – y por tanto un descenso en el crecimiento de las producciones agrarias-. Hay que resaltar la responsabilidad qué, de ésta situación, tienen todas las políticas de desmantelamiento de la Política Agraria Común, puestas en marcha durante estos últimos años desde la UE.
Si nos centramos en Europa, el desmantelamiento de la PAC ha provocado que la producción de cereal tienda a reducirse, mientras la demanda es mayor. Pura ley de oferta y demanda, una vez que se han eliminado todos los mecanismos de mercado previstos en la anterior legislación: si un producto es más demandado, su precio sube. Puro mercado.
La UE ha estado obsesionada con la gestión de excedentes producidos en la década de los ochenta que hace años que no se producen. Además la PAC se reformó en el 92, en el sentido de desvincular las ayudas de las producciones, y esta separación o “desacoplamiento” supuso el abandono de una política de precios por una política de rentas, desincentivando la producción.
Con la última reforma de la PAC de 2003 se incorporaron los pagos desacoplados, la condicionalidad y toda una serie de disposiciones relativas al bienestar animal, el respeto al medio ambiente, etc., lo que introdujo unos costes adicionales que han contribuido a que muchos productores comunitarios hayan decidido finalmente abandonar el sector. Sobre todo porque otras producciones no comunitarias no controlan la salubridad y el respeto por el medio ambiente en sus producciones al mismo nivel en el que, por ejemplo, lo hacemos en España, y por tanto son más baratas y más competitivas en los mercados.
Y a esto, grosso modo, hay que añadir importantes costes de producción, el incremento de los costes del carburante para transporte, para las labores agrícolas, el incremento de las semillas y los productos fitosanitarios.
Otra de las causas fundamentales que se apunta, de forma interesada, al incremento de los precios es la utilización de cereales y oleaginosas para la producción de biocombustibles. A juicio de las cooperativas agrarias esta causa dista de ser fundamental, ni siquiera que tenga una significación importante. Si tenemos en cuenta que en la UE la producción total de cereales ascendió a 280 millones de toneladas en 2006, y para esa campaña el consumo para biocombustibles apenas llegó a 3 millones, llegamos a la conclusión de que la utilización de cereales para este destino representa el 1%, por tanto difícilmente se puede responsabilizar a los biocombustibles de la situación actual.
De hecho, al igual que pueden serlo los sectores ganaderos, unos de los sectores que pueden resultar más perjudicados son los productores de biocombustibles que, a los precios a los que se encuentran los cereales y las oleaginosas (girasol, colza, soja etc.), difícilmente pueden rentabilizar sus producciones frente al precio del petróleo (producto con el que compiten), o siquiera abastecerse en la próxima campaña.
Sube el precio en origen pero ¿cuál debería ser la repercusión en la venta al consumidor?
Ante estas causas, desde las cooperativas agrarias consideramos que quién está alarmando a los consumidores con subidas de precios en la cesta de la compra no es fiel a los verdaderos hechos, y la alerta lanzada a los consumidores no está plenamente justificada, me explicaré.
La parte del precio que corresponde a lo que se paga al agricultor es una parte limitada, el resto del precio responde a márgenes del intermediario y distribuidor. Por tanto una subida en el precio de origen debería tener también una repercusión limitada en el precio de venta al público, proporcional a su importancia. Pongamos un ejemplo: Un hipotético incremento del trigo panadero del 40% supone 0,1€/kg, de trigo. Si tenemos en cuenta que con un kg de trigo se producen 5 barras de pan, el efecto sería de 2 céntimos de € por barra, cifra muy alejada de la que están anunciando los industriales del sector a los medios de comunicación.
¿Cuando el precio del trigo panificable, de la cebada cervecera, del maíz forrajero etc. se encontraban a casi a la mitad de lo que se encuentran en la actualidad – hace apenas tres años – el pan costaba la mitad, la cerveza la mitad o la carne la mitad ?. El pensamiento a la inversa a veces nos ayuda a ver con claridad la realidad de las cosas.
Finalmente quiero añadir que las cooperativas agrarias y ganaderas están atendiendo a sus clientes como viene siendo habitual, poniendo a su disposición las cantidades que obran en su poder, eso sí, de forma escalonada para evitar situaciones de desabastecimiento en los últimos meses de la campaña, estrategia absolutamente razonable y lógica. Podemos afirmar que las principales cooperativas tienen ya vendido un tercio de sus cosechas, contribuyendo eficientemente a la transparencia y agilidad de las operaciones comerciales.
El sector agrario es un sector estratégico en la economía europea, pero sólo ahora con estas subidas de precios parece que está quedando patente. Tal vez ahora algunos se den cuenta de que el apoyo a la agricultura y los mecanismos de mercado previstos anteriormente en la legislación comunitaria eran necesarios y estaban legitimadas para prevenir, precisamente, este tipo de situaciones.
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