En la actual situación de altos precios de los cereales y de las oleaginosas los biocarburantes que se basan en estos productos están pasando por momentos muy difíciles, ya que con estos precios de las materias primas no es viable la producción comercial, a pesar de los altos precios del petróleo. La única excepción a esta crisis sería el bioetanol de maíz de EEUU que se produce con un cereal mucho más barato, y que aun así está recibiendo fuertes críticas por su influencia sobre el mercado alimentario. El bioetanol de caña, como el que se produce en Brasil, estaría al margen de esta crisis y habría mejorado su situación competitiva.

Sin embargo, en lo que se refiere a biocarburantes de segunda generación, basados en nuevas tecnologías, se continúan haciendo importantes inversiones.

Una de ellas es la de la compañía de biotecnología industrial Green Biologics de Oxford (Reino Unido), que investiga en el desarrollo del combustible denominado Butafuel, basado en butanol obtenido de la fermentación de azúcar. La compañía ha desarrollado nuevos procesos de fermentación que pueden utilizar material celulósico como materia prima, como papel, paja, residuos de madera etc.

El biobutanol tiene más capacidad energética que el bioetanol a igualdad de volumen, puede mezclarse en mayor proporción con gasolinas sin necesidad de cambios en el motor y en el proceso de su fabricación se genera como residuo acetona, un producto con valor para la industria química.

Actualmente existe ya en Reino Unido un consorcio para la fabricación de biobutanol con tecnología convencional, utilizando como materia prima cereales o remolacha, entre la empresa energética BP, DuPont y la empresa azucarera British Sugar.