Los consumidores británicos consumen, como media, tan solo un 44% de la ingesta mínima recomendada de 450 mg/día de ácidos grasos Omega 3. Dichos ácidos, especialmente los de cadena larga como EPA y DHA tienen un importante papel en la reducción del riesgo de enfermedades cardiovasculares. Tienen el inconveniente de que se encuentran mayoritariamente en los aceites de pescado, los cuales no son productos muy consumidos directamente por las personas.
Para dar solución a este problema, investigadores de la Universidad británica de Reading han obtenido carne de pollo enriquecida con ácidos grasos Omega 3. Para ello, han alimentado a broilers con una dieta que contiene 40 gr/kg de aceite de pescado. La carne obtenida contenía unos 300 mg de EPA+DHA por cada ración de 200 gr de carne no cocinada. Dichos ácidos no se perdían durante el cocinado de la carne.
Uno de los principales de esta carne era su fuerte sabor a aceite de pescado. Los investigadores solucionaron el problema adicionando vitamina E. Un panel de catadores fue incapaz de distinguir la carne enriquecida de la convencional una vez que estaba recién cocinada. Sin embargo, en carne que se cocinaba, luego se refrigeraba y después se volvía a recalentar, se podía apreciar el sabor al aceite. Los investigadores creen que el problema podría solucionarse aumentando las dosis de vitamina E, pero para ello se precisan nuevos estudios.
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