Los investigadores del Servicio de Investigación Agraria de EEUU (ARS) han conseguido obtener carbonos activados a partir de desperdicios de pollo, tales como estiércol y plumas, así como de la cama (serrín, virutas, y cascaras de cacahuetes). El carbono activado se utiliza para purificar líquidos y gases, recuperar contaminantes químicos, y limpiar contaminación del medio ambiente.
El proceso de convertir estos biodesperdicios en carbonos activados se basa en moler los desperdicios en un polvo fino, del que luego se hacen bolitas. Posteriormente, el material se calienta en un horno sin oxígeno a temperaturas de 700 a 800ºC, creando un producto completamente sanitario.
Los desperdicios de aves de corral suelen tener un alto nivel de fósforo, lo que es un inconveniente medioambiental pero una ventaja en la producción de carbono activado. La concentración relativamente alta del fósforo agrega una carga negativa al carbono activado que es ideal para atraer iones cargados positivamente de metales tales como cadmio, cobre, zinc y plomo.
Los investigadores consideran que el coste de elaboración del carbono activado a partir de los desperdicios de pollo es competitivo a nivel comercial y que el producto obtenido funciona por lo menos igual, o mejor que los productos de carbono ahora disponibles en el mercado.
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