Generalmente, los avicultores ponen mucha atención en la calidad de la alimentación y sin embargo, no hacen lo mismo con el agua de bebida. Según datos del Servicio holandés de Sanidad Animal, en Holanda, en el 36% de las explotaciones avícolas, el agua de bebida es de mala calidad.
Un agua de mala calidad, es decir, contaminada con hongos y levaduras puede provocar un peor desarrollo de las aves y generar importantes pérdidas económicas. Dichas pérdidas pueden alcanzar, según los cálculos de dicho Servicio, hasta los 12.000 € al año para una explotación de 30.000 ponedoras y hasta 2.000 € en cada engorde de 30.000 broilers.
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