En 2010, los precios de los alimentos han subido significativamente, al igual que sucedió en 2007 y primera mitad de 2008. El motivo es que se han disparado las cotizaciones de las materias primas (algunas más que otras). El precio del trigo en diciembre de 2010 fue un 91% más alto que al inicio de ese año. El del maíz se incrementó entre ambas fechas en un 57%, la soja en un 33% y el azúcar en un 32%.
El Banco Central Europeo (BCE) ha mostrado su inquietud por estos aumentos de precios y especialmente, por el hecho de que las razones de la subida se deben en parte a factores idiosincrásicos, pero también a factores estructurales que van a afectar la tendencia a medio y largo plazo, según recoge en su informe mensual de enero.
Los factores idiosincrásicos que han contribuido a la subida de precios han sido, en el caso del trigo, las malas condiciones climatológicas y las medidas proteccionistas de algunos países. En el maíz, la presión en los precios ha sido consecuencia de unas estimaciones de producción a la baja y unas importaciones record de China. En el caso de la soja, cuya reducción de precios ha sido menos acusada que en el caso de los dos cereales, el detonante ha sido las mayores importaciones de China. El mercado del azúcar se ha caracterizado por la volatilidad a pesar de las buenas previsiones de cosecha.
Los factores que generan más inquietud al BCE son los estructurales. El creciente incremento de los ingresos de la población en los mercados emergentes está cambiando los hábitos en la alimentación y promoviendo el consumo de productos de más valor añadido, como carnes y lácteos, y en consecuencia incrementado la demanda de maíz y soja para la alimentación animal.
Otro factor estructural es que en algunas materias primas (como el azúcar y el maíz), el uso alimentario se enfrenta con la fuerte competencia del uso para la producción de biocombustibles.
Una mayor demanda exigiría una mayor producción de alimentos. Existe todavía disponibilidad de terreno cultivable, si bien la mejora tecnología (mejores semillas, uso de fertilizantes, fitosanitarios, mecanización) es la mejor forma de aumentar la producción. Según un informe de la FAO, en los últimos 30 años, el 70% del incremento de la producción se debió a dicha mejora tecnológica. No obstante, como en los últimos años, los precios de los alimentos se han mantenido estables, ha habido un relajamiento en la preocupación por la demanda global de alimentos y se han reducido los fondos para investigar y desarrollar nuevas tecnologías.
El informe del BCE concluye que en los próximos años se mantendrá la presión en los precios de los alimentos debido a la creciente demanda mundial. Hay incertidumbre sobre si la oferta será capaz de abastecer la creciente demanda y en consecuencia, si se podrá limitar el aumento de los precios de los alimentos.
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