La cantidad de gases de efecto invernadero presentes en la atmósfera alcanzó un nuevo máximo sin precedentes en 2012, continuando así una tendencia ascendente y acelerada que está determinando el cambio climático que conformará el futuro de nuestro planeta durante cientos y miles de años.
El Boletín anual de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) sobre los Gases de Efecto Invernadero refleja que entre 1990 y 2012 ha habido un incremento del 32% del forzamiento radiativo (una medida del efecto de calentamiento en nuestro clima) debido al dióxido de carbono (CO2) y a otros gases de larga duración que atrapan el calor.
El dióxido de carbono, causado principalmente por las emisiones relacionadas con la quema de combustibles fósiles, supone el 80% de dicho aumento. Según el Boletín sobre los Gases de Efecto Invernadero, el aumento de 2011 a 2012 del CO2 presente en la atmósfera, fue superior a la tasa media de aumento anual durante los últimos diez años.
Desde el comienzo de la era industrial en 1750, la concentración atmosférica media mundial de CO2, ha aumentado en un 41%, la del metano en un 160 % y la del óxido nitroso en un 20%.
Aproximadamente, el 40% de las emisiones de metano a la atmósfera proceden de fuentes naturales (por ejemplo, los humedales y las termitas), y aproximadamente el 60 % proviene de actividades como la ganadería, el cultivo del arroz, la explotación de combustibles fósiles, los vertederos y la combustión de biomasa.
El óxido nitroso es emitido a la atmósfera procedente de fuentes naturales (aproximadamente el 60%) y antropogénicas (aproximadamente el 40%), en particular de los océanos, el suelo, la combustión de biomasa, el uso de fertilizantes y diversos procesos industriales.
El Grupo Internacional de expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) ha hecho hincapié en que las concentraciones de dióxido de carbono, de metano y de óxido nitroso han aumentado a niveles sin precedentes en los últimos 800.000 años. Como consecuencia de ello, el clima está cambiando, el tiempo es más extremo, los mantos de hielo y los glaciares se están fundiendo y el nivel del mar se está elevando. Según el IPCC, si continua la actual evolución uniforme, a finales de siglo las temperaturas medias mundiales pueden llegar a ser 4,6 grados superiores a los niveles preindustriales, e incluso mayores en algunas partes del mundo. Ello tendría consecuencias devastadoras.
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