Los incendios forestales no son una amenaza nueva para la península ibérica. A pesar de las medidas de control, la alerta es constante. Ejemplo de ello son los incendios ocurridos en 2003 y 2005 en Portugal que registraron los valores más altos de áreas quemadas desde 1980. En España, Galicia no se queda atrás. El 2006 se caracterizó por un alto número de incendios y zonas calcinadas provocados, en parte, por la actividad humana. A esto se añaden los factores meteorológicos y el impacto cada vez mayor del cambio climático.
En un nuevo trabajo, investigadores españoles y portugueses han comparado distintas metodologías para medir el efecto del aumento de las temperaturas en los incendios forestales. Su objetivo fue cuantificar el área quemada futura a partir de las simulaciones de modelos climáticos en distintos escenarios de cambio climático para el siglo XXI.
“Hemos trabajado directamente con un indicador de la actividad de los incendios (el área quemada que provocan) y se han analizado distintas metodologías alternativas para estimar las tendencias futuras de este índice a partir de las simulaciones de los modelos climáticos”, declara a Sinc Joaquín Bedia, investigador en el Instituto de Física de Cantabria, un centro de la Universidad de Cantabria y el CSIC.
Los resultados, publicados en Agricultural and Forest Meteorology, revelan un fuerte control climático de la actividad de los incendios en la península ibérica desde 1981 hasta 2005. “Esto se produce no sólo durante la época estival, sino también fuera de ella, asociado a episodios atmosféricos concretos”, aclara Bedia.
Los científicos muestran un escenario alarmante en el que, antes del año 2075, las áreas quemadas en la Península llegarán a triplicarse respecto a las zonas que arden en la actualidad. En las regiones del norte, las proyecciones del impacto del cambio climático serán ligeramente inferiores. En este caso, las áreas arrasadas por el fuego se duplicarán.
Más calor en verano, más incendios
El estudio ha permitido desarrollar modelos capaces de predecir el área quemada a partir de las condiciones meteorológicas dominantes sobre diferentes regiones de la Península, y extrapolar estas condiciones sobre la base de las proyecciones climáticas para el siglo XXI proporcionadas por diferentes modelos climáticos regionales de diversos centros europeos. Fuente: SINC
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