Los ganaderos de leche de la UE han experimentado una disminución de sus ingresos netos en casi todos los sistemas de producción. La causa no está en el precio de la leche, que es casi estable de un año a otro, sino en el aumento de los costes. No solo han subido los precios de los insumos, la energía y los piensos sino que también han sufrido recortes en la producción de forraje , causados ​​por la larga sequía estival, de acuerdo con un informe el Instituto de la Ganadería de Francia.

La meteorología también ha afectado a la producción lechera de muchos ganaderos. Incluso los países más dinámicos, como Irlanda y Polonia, se han visto afectados. Ante la escasez de forraje, los agricultores han reducido su número de vacas.

La desaceleración en la recolección de leche en Europa en la segunda mitad del año 2018 facilitó así el retorno al mercado de las existencias de intervención de polvo magro que la Comisión Europea vendió a precios bajos.

Se confirma así el papel central desempeñado por la UE en el panorama mundial de los productos lácteos desde el final de las cuotas, incluso aunque Nueva Zelanda compensara parcialmente el descenso en Europa. Su producción lechera fue muy dinámica a finales de 2018, gracias a unas condiciones meteorológicas muy favorables para el crecimiento del pasto.

El año 2019 comienza con buenos auspicios.

A nivel de la UE, no parece haber duda de que la producción de leche se recuperará esta primavera, especialmente si las condiciones meteorológicas son muy favorables. Sin embargo, hay factores que amenazan estas buenas perspectivas: la incertidumbre del Brexit y su impacto en el comercio europeo, o el deterioro de las relaciones diplomáticas y comerciales entre los principales bloques principales: la UE, EEUU, China y Rusia.