Ayer se publicó en el BOE, el Real Decreto 523/2020 que modifica la normativa vigente sobre calidad de la miel en lo relativo a su etiquetado. El sector tenía mucho interés en esta norma para que el consumidor pudiera conocer el origen de las mezclas de mieles. Sin embargo, tal y como ha quedado la redacción, se seguirá sin saber.
La norma establece que todas las mieles que hayan sido elaboradas a partir de producciones de distinta procedencia tienen la obligación de indicar en su etiqueta el listado de todos los países de origen donde se haya recolectado. Sin embargo, no se ha tenido en cuenta la reivindicación histórica del sector apícola de reflejar en la etiqueta el listado de países origen de la miel, ordenados de mayor a menor, junto con el porcentaje de miel de cada país que contiene el envase.

Por este motivo, ENBA tacha de “engaño inaceptable” la obligación establecida, ya que puede darse la posibilidad de que una miel con un 1% de miel española y un 99% de miel china pueda ser etiquetada como ‘Origen: España y China’.
Con la finalidad de minimizar el fraude al consumidor, ENBA exige además que no pueda figurar el origen de ningún país mientras el porcentaje del país mencionado no alcance al menos el 20% del contenido total del producto final. Asimismo, desde ENBA consideran que, más allá de las políticas de etiquetado oficiales, las cadenas de distribución pueden y deben dar un gran paso adelante en la marca de distribución.
COAG Castilla y León también ha criticado la norma publicada y considera que el Ministerio arremete contra el sector porque no ha sido valiente al no aprovechar la oportunidad para zanjar, de una vez por todas, las potenciales intenciones de cometer trampas en el etiquetado exigiendo una información mucho más detallada al incluir los porcentajes de mezcla.
Pasteurización de mieles
Además, COAG Castilla y León, lamenta que el etiquetado no contemple la obligatoriedad de especificar si el producto ha sido sometido a procesos de calor para evitar su cristalización. Algunas empresas, sobre todo las que distribuyen a grandes superficies de alimentación, someten la miel a un proceso de pasteurización para que siempre esté líquida, hecho que merma la calidad de la miel. Primero, porque ya sería una miel procesada y segundo porque al ser más líquida favorece la mezcla y por ende, de nuevo el fraude. Las diferentes mieles se unifican mejor si están líquidas.
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