La relación entre el bienestar animal y la eficiencia alimentaria, así como las interacciones entre los individuos de un grupo sobre las producciones, es lo que los investigadores del IRTA de los programas de Bienestar Animal y de Mejora Genética Animal han tratado de investigar en el proyecto europeo Feed-a-Gene.
Uno aspecto del proyecto ha sido el estudio de distintos indicadores de comportamiento. Por un lado, a través de observaciones directas del comportamiento relacional entre cerdos (jerarquías, peleas, lesiones, etc.) utilizando analíticas de redes sociales. Y por otro, mediante información generada por los comederos electrónicos (velocidad con la que los animales comen en cada visita, frecuencia con la que se acercan al comedero, tiempo entre dos visitas consecutivas, etc.). Ambos grupos de caracteres de comportamiento presentan una asociación limitada con la eficiencia, pero, en cualquier caso, el papel que suponen las interacciones entre los animales que comparten corral es muy importante.
El uso de modelos genéticos de interacción social es relevante, y se han propuesto extensiones de los mismos para mejorar su capacidad predictiva. «Estos modelos», explica Juan Pablo Sánchez, investigador del IRTA, «suponen que parte de los genes implicados en el control de un determinado carácter no van a estar en el propio individuo que muestra o sobre el que se mide el carácter, como por ejemplo el crecimiento, sino en sus compañeros de corral. Son genes implicados en caracteres del comportamiento que, por ejemplo, hacen a un animal más o menos agresivo sobre sus compañeros con consecuencias en su crecimiento».

La consideración estadística de estos modelos es compleja, pues la información disponible para distinguir el efecto de los genes que influyen sobre los caracteres de interés (por ejemplo, el crecimiento), y aquellos que ejercen efecto sobre los compañeros es limitada. Uno de los desarrollos logrados en el proyecto Feed-a-Gene ha sido un modelo alternativo de las interacciones entre los animales del corral entre cada par de animales. Por ejemplo, señala Sánchez, «dos animales que tienden a ir al comedero a la misma hora es de esperar que interactúen más entre ellos, que otros dos que comen a horas diferentes». Esta consideración diferencial de las distintas parejas de animales que hay en cada corral «permite mejorar las capacidades predictivas de los modelos que consideran las interacciones sociales en las evaluaciones genéticas», según Sánchez.
De manera paralela al estudio de los caracteres de comportamiento también se han explorado indicadores fisiológicos del bienestar y el estrés (nivel de cortisol, linfocitos y neutrófilos), aunque los resultados no indican una asociación clara entre estos indicadores y el nivel de eficiencia.
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