En sus propuestas de «eco-esquemas» para la nueva PAC, que podrían recibir el 20% de los fondos, el Ministerio ha planteado uno para el «aumento de la capacidad de sumidero de carbono en los suelos y prevención de incendios mediante el impulso de la ganadería extensiva«.
Aunque se trata de un borrador inicial, el texto ha causado preocupación en las regiones del Norte, porque tiene un marcado sesgo a favor de las dehesas, pastizales y eriales a pastos de la España seca, llegando a prejuzgar que «En todo caso, se considera que los niveles de ayuda serán más elevados en Dehesa y Pastos Mediterráneos que en el resto».
Además, se proponen requisitos que excluirían a las explotaciones familiares de la cornisa, ya que el límite de carga se sitúa en 2 UGM por hectárea, que se suele superar en estas zonas por la mayor productividad de los aprovechamientos forrajeros, gracias al esfuerzo de los ganaderos para mejorar y cuidar los prados, sobreponiéndose a las limitaciones que les impone el relieve montañoso y a los problemas estructurales que frenan el aumento de la base territorial de las explotaciones. En sentido contrario, se facilita que cumplan los requisitos las grandes explotaciones de las zonas secas, en las que los pastos reciben pocos o ningún cuidado, ya que el Ministerio plantea que se cuente la superficie bruta, incluyendo la forestal.
La paradoja es que las zonas peor tratadas en este borrador que declara perseguir la mejora de los sumideros de carbono son las que tienen mayor contenido de materia orgánica, y por lo tanto mayor capacidad de secuestro de carbono, según todos los datos disponibles, como puede verse en el mapa (muestras de suelos procedentes del convenio entre el INIA y el Ministerio de Agricultura).
En el ámbito europeo, la encuesta comunitaria LUCAS, que ofrece datos separados para los suelos de pastos, confirma también que los pastos de la España húmeda almacenan una gran cantidad de carbono.
Desde el punto de vista político y territorial, cuesta también entender que un esquema de apoyo a los pastos, que tanto peso económico tendrá en la nueva PAC, pueda dejar fuera, en la práctica, a las comarcas más dependientes de la ganadería con base territorial, con pocas alternativas reales de diversificación productiva.

Las propuestas que se están barajando para corregir los desequilibrios de la propuesta incluyen las siguientes líneas de trabajo:
– elevar los límites de carga ganadera con carácter general (al menos hasta 2,5 UGM/ha, como en la normativa de ganadería ecológica), con derogaciones adicionales en las zonas de clima húmedo y templado donde el balance de nutrientes del suelo lo permite, dadas las mayores extracciones de nitrógeno por la alta productividad forrajera
– incluir el apoyo a los Sistemas Agrarios de Alto Valor Natural, en particular el mosaico de prados característico de la campiña costera y de las zonas de media montaña de la cornisa cantábrica, que constituyen ecosistemas con una elevada biodiversidad
– regionalizar los niveles de la ayuda básica de acuerdo con la capacidad de secuestro de carbono de los suelos, basada en datos empíricos
– primar los prados de mayor antigüedad, atendiendo a las evidencias que muestran una relación positiva entre la edad del pasto y el almacenamiento de carbono
– elevar los niveles de ayuda en los prados con elevada presencia de leguminosas, por su papel en la reducción de emisiones
– establecer una prima adicional para los prados de siega en pendiente para favorecer su diversidad florística
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