La escasez de lluvias durante el otoño y el inicio del invierno ha provocado un grave deterioro en los ecosistemas de Doñana, afectando especialmente a sus marismas y fauna. Hasta enero, se habían acumulado únicamente 176 mm de precipitación, lo que dejó la marisma prácticamente seca a comienzos de año. Esta situación obligó a muchas aves acuáticas a concentrarse en Veta La Palma, donde las balsas artificiales mantienen un nivel de agua constante independientemente del régimen de lluvias. Sin embargo, estas zonas solo pudieron acoger una fracción del total de aves que habrían invernado en Doñana si las marismas hubieran estado en condiciones óptimas.
Con la llegada de la primavera, las lluvias permitieron una recuperación parcial de la marisma justo en la época de reproducción de las aves acuáticas. La mejora de las condiciones hídricas favoreció una mayor disponibilidad de alimento, lo que resultó en un leve incremento del número de ejemplares respecto a la temporada anterior. No obstante, el éxito reproductor fue bajo, ya que el agua volvió a evaporarse rápidamente debido a las altas temperaturas, reduciendo significativamente el tiempo disponible para la nidificación.
Descenso histórico en poblaciones de especies emblemáticas
Las aves invernantes han sido unas de las más afectadas por la falta de agua. Un caso especialmente preocupante es el del ánsar común (Anser anser), que durante los años 90 fue símbolo de Doñana. En esta temporada, su población ha alcanzado su cifra más baja en toda la serie histórica, con apenas 4337 ejemplares.
Entre las rapaces, el milano real (Milvus milvus), catalogado en el Libro Rojo de las Aves de España como “En peligro”, también ha registrado su número más bajo, con solo 85 ejemplares, la mayoría localizados en zonas del Parque Natural. La tendencia a la baja de esta especie sigue siendo motivo de preocupación. Además, la población del aguilucho lagunero occidental ha experimentado un declive alarmante, ya que no se ha encontrado ninguna pareja reproductora en 2024.
Los anfibios han logrado mantenerse gracias a la disponibilidad de algunos medios acuáticos, y este año se han detectado las 11 especies presentes en Doñana. A pesar de que las precipitaciones estuvieron por debajo de la media histórica, el promedio de especies registradas ha sido superior a cuatro en las lagunas temporales y cercano a tres en las zonas de marisma. Tras dos años de baja diversidad, estos valores se acercan a los de 2021, lo que evidencia la importancia de la disponibilidad de agua para la conservación de estos animales.
En cuanto a los reptiles, la situación es especialmente crítica para el galápago europeo, cuya tendencia negativa ha sido tan acusada que este año no se ha detectado en ninguna de las localidades muestreadas. El galápago leproso, por su parte, también ha experimentado un descenso preocupante y solo ha sido hallado en dos de todas las localidades evaluadas, marcando así su cifra más baja de toda la serie histórica.
Las plantas tampoco han escapado a los efectos adversos de la falta de agua y la presión de la fauna herbívora. La chicoria hueca (Avellara fistulosa), una especie en peligro de extinción y endémica de Doñana, no ha sido detectada en seis de sus 23 localidades históricas. Además, se ha observado que muchos de sus ejemplares han sido consumidos por grandes herbívoros, lo que afecta negativamente a su regeneración y supervivencia.
El declive del conejo, una especie clave en Doñana, sigue siendo preocupante. Sus poblaciones han disminuido en el Espacio Natural en comparación con el año anterior, manteniendo la tendencia negativa que arrastra desde 2013. Este descenso impacta directamente a depredadores emblemáticos como el lince ibérico y el águila imperial, que dependen de este mamífero como principal fuente de alimento.
Expansión de especies exóticas invasoras
A lo largo de 2024, se han detectado tres nuevas especies invasoras en Doñana, cuya presencia supone un riesgo para los ecosistemas autóctonos. Una de ellas es Bacopa rotundifolia, una planta acuática con gran capacidad de propagación que está desplazando a especies nativas y alterando el equilibrio de los hábitats acuáticos.
Otra especie detectada es Asparagus asparagoides, una hierba perenne trepadora que afecta a la vegetación del sotobosque, alterando la estructura y la composición florística del hábitat. La población encontrada en Doñana fue localizada en la zona de Marismillas, cerca de la desembocadura del Guadalquivir. Tras su detección, se activó un protocolo de erradicación para evitar su expansión.
La tercera especie es Oenothera drummondii, de origen americano, que ha proliferado en diversas áreas costeras, especialmente en el golfo de Cádiz, incluyendo Chipiona, Chiclana y Huelva.
A estos nuevos invasores se suma la hormiga argentina, considerada una de las cien especies exóticas más dañinas del mundo. Detectada en Doñana en los años 70, ha seguido expandiéndose en las últimas décadas y los últimos seguimientos han revelado su avance hacia el norte del parque, afectando a áreas de alcornoques y amenazando a la fauna nativa.
Estos datos forman parte del seguimiento anual de biodiversidad en Doñana, realizado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). El estudio evalúa el estado de los ecosistemas y las especies del Espacio Natural, permitiendo identificar tendencias y alertar sobre las amenazas que afectan a su conservación.
Política de comentarios:
Tenemos tolerancia cero con el spam y con los comportamientos inapropiados. Agrodigital se reserva el derecho de eliminar sin previo aviso aquellos comentarios que no cumplan las normas que rigen esta sección.