Las proyecciones demográficas hasta 2040 apuntan a una transformación paulatina pero profunda en el equilibrio territorial de la Unión Europea. Mientras las zonas urbanas continúan creciendo y concentrando la actividad económica, las regiones rurales más alejadas pierden población y se enfrentan a un envejecimiento acelerado, lo que amenaza la sostenibilidad de sus servicios y estructuras sociales.
Según un informe elaborado por el Centro Común de Investigación (JRC), estas transformaciones no afectan de forma uniforme a todos los territorios. Las regiones rurales remotas son las que más están sufriendo las consecuencias, al combinar un descenso natural de la población con saldos migratorios negativos, especialmente entre los grupos en edad laboral.
A partir del modelo DELi (Demografía, Economía, Uso del Suelo), el estudio examina las tendencias entre 2000 y 2022 y proyecta su evolución hasta 2040 para cuatro tipos de regiones: urbanas, intermedias, rurales cercanas a ciudades y rurales remotas. El modelo permite relacionar variables como población, empleo, PIB y uso del suelo a nivel subnacional, algo que otros estudios tienden a analizar de forma separada.
Aunque se estima que la población de la UE disminuirá de forma leve —alrededor del 0,04 % anual—, el impacto territorial es muy desigual. Mientras que países del este como Letonia y Lituania registrarán reducciones cercanas al 1 % anual, otros como Malta, Irlanda o Suecia verán aumentos sostenidos. Las regiones urbanas, gracias a su capacidad para atraer a población joven, se mantendrán en crecimiento, mientras que las regiones intermedias y rurales sufrirán una disminución progresiva, más intensa en las remotas.
Además del descenso poblacional, se suma el envejecimiento. La proporción de personas mayores de 65 años crecerá de forma significativa en todos los tipos de regiones, mientras que la población en edad de trabajar disminuirá ligeramente. Este desequilibrio tendrá consecuencias económicas y sociales importantes, especialmente en territorios que ya tienen menor desarrollo económico, como las regiones rurales alejadas.
El modelo DELi muestra que, al considerar la interacción entre factores económicos y demográficos, las proyecciones revelan con mayor claridad la concentración de población y de riqueza en áreas urbanas. Aun así, las regiones rurales cercanas a las ciudades muestran el mayor crecimiento en PIB per cápita, gracias a una mayor conexión con la dinámica urbana.
Frente a este escenario, las regiones rurales remotas necesitan estrategias adaptativas específicas que tomen en cuenta su vulnerabilidad estructural. En algunos casos, actividades económicas vinculadas al turismo, industrias especializadas o recursos naturales pueden mitigar el impacto. No obstante, se requerirá incrementar la productividad laboral mediante la adopción de nuevas tecnologías y fomentar la participación de jóvenes, mujeres, personas mayores e inmigrantes en el mercado de trabajo.
El informe sugiere también la necesidad de garantizar una distribución equitativa y accesible de servicios públicos, especialmente en el ámbito sanitario, así como diseñar políticas con enfoque territorial que respondan a las características locales. Estas regiones podrían servir como laboratorios para ensayar soluciones frente a retos demográficos que, con el tiempo, afectarán a muchas más zonas del continente.
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