Mientras los viticultores de la Denominación de Origen Rueda protestaban frente a la sede del Consejo Regulador para exigir compensaciones por los daños del mildiu, en Ribera del Duero la situación se percibe con otro matiz: aunque también han sufrido la plaga, reconocen que, unida a las heladas del pasado año, ha servido como una “regulación natural” de producciones que, de haber sido más abundantes, hubieran desplomado los precios de la uva. Aun así, advierten que cuando se dé una campaña climáticamente buena, será probablemente mala desde el punto de vista económico, según recoge COAG Castilla y León.
La crisis del consumo se suma a estas dificultades. Según la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV), en 2024 el consumo mundial de vino descendió a niveles de hace 64 años. España, al igual que otros países productores, se enfrenta a una situación que está generando distorsiones inéditas: en Toro, dos bodegas no han comprado uva y han optado por vender la suya propia para obtener liquidez; en Ribera del Duero, varias bodegas han limitado sus compras; y en La Rioja, las organizaciones agrarias denuncian que los agricultores llevan cinco campañas vendiendo por debajo de los costes de producción, en contra de la Ley de la Cadena Alimentaria.
En Galicia, la falta de demanda amenaza la continuidad de cientos de explotaciones familiares: más de 350 viticultores se quedaron sin vender su uva en la pasada campaña y la situación podría repetirse este año. Las organizaciones reclaman arranques subvencionados de viñas, suspensión de nuevas plantaciones o vendimia en verde como medidas de alivio. En Francia ya se ha optado por un plan de choque: en Burdeos se arrancarán 30.000 hectáreas de viñedo y otras 30.000 más en el resto del país.
El desplome del consumo
Los datos muestran la magnitud de la crisis. En España, el consumo ha pasado de 9,23 litros per cápita en 2013 a 6,9 litros en la actualidad, según Statista, y la tendencia sigue a la baja. El Observatorio Español de los Mercados del Vino refleja que las exportaciones cayeron un 9 % en el último año hasta situarse por debajo de 21 Mhl, mientras que la OIV cifra en un 10 % la caída del consumo mundial en 2023, el mayor descenso en tres décadas.
El consumidor que se incorpora hoy al mercado prefiere vinos blancos antes que tintos, frescos antes que clásicos y con menor graduación alcohólica. La población más joven tiende hacia un estilo de vida saludable donde el alcohol no encaja. El vino tinto, cuyo consumo se concentra en personas mayores de 50 años, no encuentra relevo generacional. Los expertos señalan que la percepción social sobre el alcohol ha cambiado y que las recomendaciones médicas refuerzan esta tendencia: la clásica “copa de vino diaria” ya no se aconseja y la Organización Mundial de la Salud insiste en que no existe un consumo seguro de alcohol.
Un sector estratégico amenazado
COAG alerta de que todo un sector que genera 20.300 M€, aporta el 1,9 % del PIB, ocupa cerca de un millón de hectáreas de viñedo y da empleo a 360.000 personas cada año puede verse seriamente comprometido. El sindicato agrario subraya que los problemas son estructurales y se agravan con la subida de costes, la incertidumbre climática, los aranceles internacionales y la caída del consumo.
Ante este escenario, COAG pide la implicación urgente de todas las administraciones y del conjunto de la cadena de valor para garantizar la viabilidad de un sector que forma parte esencial de la economía y de la cultura agraria española.
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