Este estudio apuesta por una redefinición de la mano de obra agraria que se nombra como Ocupación Real. El propio proceso de industrialización de la agricultura, los cambios en los factores de producción, las constantes adaptaciones del factor trabajo a la disminución de la productividad agraria, el elevado grado de especialización de las explotaciones exigen modificar las funciones y reordenar la mano de obra agraria. Aquí y para este análisis de la variable trabajo en el sector porcino del Pla de l’Estany, se ha querido repensar la clasificación de la mano de obra entre la directa (que participa de las multitareas diarias de la actividad porcina) y la indirecta (que puntualmente incide en el proceso y en desarrollo de trabajos especializados pero indispensables y que habitualmente procede del resto de ramas de actividad no agrarias). También, se pretende hacer aflorar el trabajo oculto, es decir, aquel conjunto de tareas que por diversas razones (no remuneración, tareas de ámbito familiar, trabajo informal) no se contabilizan como horas de trabajo en las explotaciones. La suma de todas ellas asegura la mejora del cálculo en este análisis y permite dar cuerpo a una metodología exportable a cualquier otro subsector de actividad agraria dado que contiene los ingredientes cualitativos indispensables y de futuro para avaluar cuantitativamente la mano de obra agraria.
La ocupación real del sector porcino del Pla de l’Estany que agrupa a los trabajadores directos: titulares, sus familiares y asalariados fijos y eventuales; y a la mano de obra indirecta: profesionales, autónomos, personal de empresas de la agricultura, para la industria, de la construcción, del transporte y de servicios (estos son el grupo más amplio), conforma una estructura agroeconómica amplia, fuerte, diversa (incluye cada una de las fases de la cadena de producción) y con una densa red de trabajo que traspasa los límites comarcales. Empresas integradoras, mataderos, salas de despiece, mayoristas y transportistas de dentro y de fuera de la comarca forman parte de este complejo sistema agroalimentario, cuyos flujos de trabajo son difícilmente alcanzable.
El perfil del asalariado directo que trabaja en la explotación porcina es de tipo ocupado fijo, de procedencia extranjera (del norte de África y de Europa del Este) y contratado a tiempo completo desarrollando un conjunto de tareas diversas, algunas fuertemente estandarizadas (es el caso de las explotaciones de engorde) y otras altamente especializadas (granjas de transición y de ciclo cerrado) en las explotaciones porcinas. Habitualmente, realiza diferentes tareas diarias relacionadas con el porcino como alimentación, sanidad y limpieza con otras actividades dentro de la explotación agraria como actividades agrícolas, otras ganaderas (relacionada con otra especie ganadera de la granja) o servicios (transporte y gestión de los purines, limpieza y mantenimiento de las instalaciones, etc.).
Entre otros, el proceso de adaptación del factor trabajo a las exigencias del mercado también contempla la exclusión de la mano de obra poco cualificada, que por otro lado y en el Pla de l’Estany, es fácilmente absorbida tanto por la primera (producción ganadera) como por la segunda fase de la producción porcina (la agroindustria transformadora). Vale la pena recordar que para el caso de la explotación porcina el coste de la mano de obra en la etapa de la producción ganadera representa el 8% del total de los costes de explotación (la alimentación animal representa casi el 70% de los costes totales).
La dimensión de las explotaciones porcinas de el Pla de l’Estany es relativamente reducida (el engorde, que suele acumular volúmenes importantes en Lleida “Terres de Ponent”) con una media de 775 cerdos, condiciona también la dedicación del titular que en la mayoría de casos optimiza el recurso humano (mano de obra) de la explotación o bien complementan la actividad con otras tareas agrarias y/o no agrarias (pero habituales en el espacio rural como puede ser el turismo) o bien con actividades en la agroindustria. Es difícil generalizar dado la complejidad y sobretodo la diversidad pero, en el sector del cerdo la interrelación con las diferentes fases de la cadena agroalimentaria, ya sea la ganadera, la transformadora o la comercial, de veces se entrelazan y acortan en pocas manos (agentes) toda la cadena; por contra, a veces esta se puede alargar tanto que el nombre de agentes intermediarios que intervienen en los procesos se hace incompatible, y sobre todo, estadísticamente incontrolable.
Una de las características de excelencia del sector porcino de la comarca, sobretodo en la fase de producción ganadera, es el rol de cohesión del territorio que la actividad porcina ejerce. Los cambios introducidos durante la última década en los factores de producción han tenido sus efectos en la reorganización y adaptación del factor trabajo y algunos payeses/ganaderos, sin relieve generacional, a punto de abandonar y cerrar la explotación continúan debido a que las instalaciones que poseen (infraestructuras, cobertizos, almacenes, etc.) son vistas como una oportunidad para el engorde por parte de terceros (se conocen como granjas asociadas). Debido a que la mayor parte de estos tipos de contrataciones se hacen bajo el régimen de integración, el ganadero pone su trabajo y el integrador aporta el capital, es decir, el ganado y el pienso. El ganadero ya no toma ninguna decisión empresarial, más allá de cobrar la prima estipulada según el contracto, muchas veces verbal, continúa además desarrollando una actividad que conoce bién: conservar una actividad y un paisaje de mosaico agroterritorial. Continúa estando en activo, y siendo un activo, y mantiene la actividad agraria, aunque bien seguro que de forma parcial, pero también conserva un entorno agrario, frágil y en riesgo de desaparecer y, además despliega diversas relaciones agrosociales indirectas imprescindibles para articular actividad en el territorio. Ve la oportunidad de seguir complementando sus ingresos y garantiza la pervivencia de la actividad agraria; mientras tanto, el territorio y el tejido agrosocial mantienen un activo evitando la marginalización y el abandono.
Este estudio deja constancia de la importancia de la ocupación en el sector porcino de la comarca del Pla de l’Estany: 216 UTA en la fase ganadera (118 directas y 97 indirectas), es decir, uno de cada cuatro afiliados agrarios a la Seguridad Social trabajan en el sector productor ganadero, además se han de añadir 40 UTA por la puesta en marcha de una granja (construcción, instalaciones, etc.). Esta cifra de 216 UTA resulta de la suma de cada una de las tareas por cada tipología de explotación porcina e indica el volumen de ocupación necesaria de acuerdo con el montante de horas trabajadas. Es decir, si las personas ocupadas trabajasen a pleno tiempo para el sector porcino, en todas sus modalidades, del Pla de l’Estany, la actividad ganadera requeriría de 216 personas. En cualquier caso se ha de tener presente que la actividad ganadera porcina, salvo alguna excepción, no ocupa a tiempo completo. Esto se traduce en que se ha de tener presente que: las granjas de engorde generan 0,54 UTA por cada 1.000 cabezas, y las granjas de reproductoras más las de recría generan una media de 1,08 UTA por cada 1.000 cabezas, por lo que se refiere a ocupación directa; mientras que la mano de obra indirecta tiene unas frecuencias de ocupación menores alrededor de: 0,44 UTA en el engorde y 0,88 UTA en el resto de tipologías de granjas porcinas de la comarca.
El proceso de transformación ocupa a 908 trabajadores : 547 considerados directos porque trabajan en empresas agroalimentarias ligadas al proceso del cerdo (desde mataderos a la elaboración de embutidos) y 361 indirectas ya que desarrollan su actividad en industrias auxiliares que subministran materiales y herramientas al sector productor ganadero, transformador y distribuidor (y que representan el 8% de los ocupados de la comarca o bien una cuarta parte del volumen de su mano de obra industrial).
Ahora bien, las estadísticas existentes y la complejidad del trabajo en red que este sector productivo organiza no ha permitido contabilizar el volumen de mano de obra vinculada al sector de la distribución. No obstante esto, y dado el grado de especialización y abanico de servicios que el sector porcino requiere (sanitaros, de gestión, administrativos, técnicos, logísticos, industriales y comerciales) se puede estimar que el número de ocupados es importante y que bien seguro ultrapasa los límites comarcales.
Se ha de tener presente algunas consideraciones más sobre la ocupación:
1) los integradores, además de las granjas integradas dirigen granjas propias, la cual cosa complica el cálculo de la ocupación directa e indirecta según las premisas que se han hecho en este estudio.
2) La figura del asalariado (ocupación directa) queda diluida en las diferentes topologías de explotaciones con y sin ganado porcino .
3) El rendimiento del trabajo de las explotaciones porcinas progresa al aumentar la dimensión de la cabaña ganadera. En todos los casos analizados aumenta al incrementar el volumen de la cabaña .
4) Se establecen relaciones de colaboración empresarial entre las diferentes fases de producción ya sea desde la transformación o desde la distribución. La flexibilidad en la cadena es en todas direcciones, no va en detrimento de la intermediación y favorece la cohesión del tejido agrosocial alrededor del cerdo.
Entre les tendencias de comportamiento de cara al futuro, los especialistas auguran más segmentación en los procesos de cría, recría i engorde, la cual cosa facilitaría y agilizaría todavía más, las relaciones agrosociales entre las explotaciones agrarias familiares que todavía predominan en la comarca del Pla de l’Estany y las necesidades de las agroindustrias para nutrir la capacidad exportadora intrarregional creciente. Ahora bien, seria clave propiciar la creación de un grupo con poder de negociación capaz de aprovechar las oportunidades del mercado y de analizar, prever y proponer medidas para ordenar desde el sector las sinergias de trabajo. En esta misma línea, es imprescindible que la fase ganadera se organice iniciando, por ejemplo, una central de compras para la adquisición de inputs con el objetivo de estabilizar los precios de las materias primas, hasta ahora escandalosamente oscilantes para el sector.
La producción porcina ha de orientarse hacia el consumidor y para ello es necesario que el productor-ganadero se integre de facto en el sistema agroalimentario que hasta ahora le ha relegado al engorde y la cría del ganado, ha de tomar decisiones y ha de formar parte del cambio de estrategia del sistema productivo del cerdo que se centra en las demandas del cliente. El conjunto de estas acciones permitirá al sector ganadero: primero, resolver las limitaciones ambientales (malos olores, proximidad al ámbito urbano, encontrar la manera de encajar la falta de tierras y el exceso de purines) y después, solucionar la oposición social al sector. No obstante esto, unido al interés de la ciudadanía ha de haber la voluntad política que haga posible el despliegue de políticas nacionales de adaptación , que garanticen los cambios y faciliten los instrumentos básicos per repensar este sector clave para la economía y la sociedad del Pla de l’Estany.
El Pla de l’Estany ha de aprovechar la fortaleza y la proximidad de la industria cárnica de las comarcas gerundenses . Las tendencias de futuro de la mano de obra agraria se definen en variables como una mayor especialización exigida por la agroindustria y una mayor diversificación de los perfiles de actividad. La clave pues está en condicionar estas características per minimizar sus efectos en la ocupación directa y evitar, por un lado, la marginalidad de parte de la actividad y, por el otro, la generación de desocupación que representaría una rotura social y territorial no asumible por la sociedad y el territorio.
En este sentido, se hace imprescindible articular una formación especializada y que la industria transformadora requiere a partir de los centros de excelencia existentes en el Campus Agroalimentari de Monells en el Baix Empordà. Encontrar puntos de encuentro con Innovacc y el Grup de Sanejament del Porcí a través del Consell Comarcal del Pla de l’Estany podría ser parte de la solución para hacer más transparentes estas colaboraciones y limitar así la exagerada tendencia de la verticalización del engorde, para consensuar las normativas sobre dimensión de granjas que han de ser planteadas y debatidas entre los diferentes actores de la cadena y sobre todo para motivar la apertura de nuevos segmentos tanto en la producción (cerdo ecológico) como en la comercialización (productos y marques propias). Todo esto sería necesario para reorganizar la mano de obra de la fase ganadera, diversificarla según perfiles de formación y funciones. La normativa de bienestar animal y la de ordenación de explotaciones es la oportunidad para regular la cabaña, reducir costes y mejorar en eficiencia productiva y de trabajo. Es el momento de encontrar la manera de articular la agroeconomía del sector porcino y las demandas y el apoyo de la sociedad.
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