Data del 27 de mayo de 1420, el primer testimonio escrito sobre la necesidad de que nuestra provincia recibiera el agua del Júcar. Lo encontramos en un Acta del Consejo de Elche que da noticia de una carta de los Jurados de Villena en la que se solicita «sacar agua del río Xúquer”. Desde entonces, esta petición jamás se abandonó. Cinco siglos más tarde, esta petición se ha podido hacer realidad. ¡Aleluya! Sin lugar a dudas, nos encontramos ante un triunfo histórico, un hito que permanecerá imborrable en la memoria de los agricultores alicantinos y que conformará la historia de nuestra provincia.
De momento, sólo podrán beneficiarse de estos caudales los regantes de Agost, Aspe, Monforte del Cid, Elche, Monóvar y la Romana, aunque en un futuro, que se evidencia más bien lejano, también será aprovechada en Hondón de las Nieves, Hondón de los Frailes, Biar, Benejama, Campo de Mirra, Cañada, Salinas, Petrer, Novelda y también en San Vicente del Raspeig, Busot, Jijona, Torremanzanas y Muchamiel en l´Alacantí e, incluso, en Altea, Villajoyosa y Alfaz del Pí en la Marina Baja.
Ahora bien, para que el agua pueda ser utilizada, quedan pendientes de resolución asuntos de vital importancia. El primero de ellos, el del precio del agua. El coste ahora es de 0,18 €/m3. Lamento tener que recordar que con el trazado inicial desde Cortes de Payás se fijó en 0,08 ctm/0,12 €/m3, aunque debo reconocer que es un precio asumible. Ahora bien, este valor jamás deberá ser incrementado. Nos preocupa y mucho, saber cómo evolucionará su valía porque sobre la mesa tenemos factores que nos hacen pensar que pueda encarecerse. Estamos pagando por encima de los 35 céntimos el m3 de agua en muchos pueblos agrícolas de la provincia y aquí nadie reacciona. Es la ruina incitada por unos pocos incompetentes asentados sobre el principio de morir matando.
Lamentemos que tras el gasto de 40 millones de eurazos en el embalse de San Diego, hayan construido una infraestructura que se rompe en pedazos y antes de empezar a utilizarse. ¡Así dejaron España! A este gasto tendremos que sumar el de la reparación del embalse y el de la depuradora que hay que utilizar para limpiar el agua lixiviada que llega de los campos de la ribera del Júcar y 42 depuradoras. Mucho me temo que nos la intentarán ‘meter doblada’ y en breve, observaremos como evoluciona el precio del agua que ahora mismo es nuestra principal preocupación.
En la actualidad, los caudales embalsados en el magnánimo embalse de San Diego se pueden utilizar porque llegaron hace dos años a la infraestructura y el sol ha ejercido su función desinfectante. ¿Y en el futuro? Como puede observar, el tiempo finalmente nos ha dado la razón. El cambio de la toma del Trasvase fue un disparate, un profundo error y ha acabado siendo una auténtica tomadura de pelo para Alicante.
El problema del suministro hídrico estaría resuelto si se hubiera ejecutado el Trasvase Júcar-Vinalopó, tal y como fue consensuando con los propios agricultores en el año 2002. En el camino también quiero recordar que dejaron as un lado el proyecto del Trasvase del Ebro, que desde ASAJA Alicante seguimos reivindicando como la solución más solvente desde el punto de vista medioambiental, económico y social. El agua es un bien público, es de todos, y por eso no debería tener un precio con el que hacer negocio, es un derecho humano básico. Su construcción además generaría más de 230.000 puestos de trabajo sólo en la Comunidad Valenciana y favorecería la incorporación de jóvenes al sector.
Mientras tanto, ante la mala gestión política y la incertidumbre hídrica, seguimos mirando al cielo esperando a que nos dé agua y pidiendo al ministro Arias Cañete que recupere un PHN para España que resuelva de forma planificada, ordenada y solidaria las diferencias de un país con fuertes contrastes geográficos, con una España húmeda y una España seca. Nos llegará en 2013 y estamos que no dormimos por ver las soluciones que nos aportan. Así, aunque estem os de celebración por la llegada del agua del Júcar, no podemos olvidar que la disponibilidad de agua sigue siendo un problema sin resolver, que se agravará en el futuro impidiendo que podamos generar alimentos de calidad, destruyendo el empleo de las familias rurales alicantinas y provocando el despoblamiento de nuestros pueblos.
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