Durante la Presidencia húngara, que se inició el 1 de enero, se han conseguido muchos avances en las reuniones de la Comisión del Codex Alimentarius (CCA), como el establecimiento de niveles máximos de melamina, una sustancia química peligrosa fraudulentamente introducida en los alimentos infantiles, la promoción de la concepción comunitaria sobre aditivos alimentarios y residuos de plaguicidas; la preservación de la autenticidad del aceite de oliva virgen y de las características de las aguas minerales, así como el establecimiento de un código de prácticas para el pescado ahumado.
No obstante, quedan dos temas espinosos que tendrán que resolverse antes de que finalice la presidencia húngara, el próximo 30 de junio. Uno es la elaboración de directrices sobre el etiquetado de OMG, lo que sigue siendo muy controvertido, en particular entre los EE.UU. y la UE. Esta cuestión ha estado en la agenda desde 1996 y, a pesar de intensas negociaciones, no se ha logrado un progreso real.
El otro tema difícil es el establecimiento de límites máximos de residuos (LMR) de ractopamina, un promotor del crecimiento de los cerdos y ganado vacuno, que si bien se usa en determinados países terceros países, está prohibida en la UE desde 1989.
Aunque las normas de la CCAs on sólo recomendaciones y no son jurídicamente vinculantes, con frecuencia constituyen la base de las decisiones adoptadas por la Organización Mundial del Comercio en las disputas, y se suelen transponer a la la legislación de cada país.
En el Consejo de Agricultura de la UE de ayer, los ministros fueron informados sobre los trabajos realizados bajo la Presidencia húngara.




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