La Agencia del Medio Ambiente de EEUU (EPA) ha puesto en marcha el programa de estándares de biocombustibles (RFS por sus siglas en inglés), por el cual, se va a aumentar el volumen mínimo de biocomustible que tiene que estar mezclado con la gasolina. Así, se pasará de los 34.000 millones de litros biocombustible que en 2008 se exigía que se mezclara con la gasolina a 136 millones de litros en 2022.
La EPA ha realizado un análisis del impacto que está medida puede suponer. Según dicho estudio, para 2022, el precio del maíz solo subiría 0,4 céntimos/kg, el de soja 0,7 céntimos/kg y el de la caña de azúcar en 0,9 €/kg, con lo que los precios de la alimentación en EEUU solo se incrementarían en 7 € por persona y año en 2022. Los ingresos de los agricultores se incrementarían en un 10%.
Sin embargo, para el sector avícola, dicho estudio de impacto es inadecuado. Al subir el nivel de biocombustible como consecuencia del RFS se está incrementando la vinculación entre los precios de la energía y los precios agrarios. Dado que los precios de la energía son muy volátiles, el vínculo entre ambos sectores hace que los precios agrarios también se hagan más volátiles.
En opinión de los avicultores, si más maíz se destina a la producción de biocombustible, se genera una mayor presión en los precios, afectando negativamente al sector de los piensos y de la avicultura, cuyo cote fundamental es el de la alimentación. Según las estimaciones de los avicultores, estas nuevas normas van a conseguir que los precios de los alimentos aumenten en un 5%
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