Hoy más que nunca, cada céntimo cuenta sobre el precio de la leche y las penalizaciones a causa de contaminación butírica pueden constituir un punto de pérdidas (o no ganancias) para el ganadero (p.ej.: en Bretaña hoy es de 3,049 € para 1000 litros por 1001 a 2000 esporas/g, hasta de 12€ para más de 5000 – baremo CILOUEST en curso).
Ahora bien, probablemente no se comprenda el origen de la contaminación: el silo está limpio, el análisis no muestra contaminación importante de clostridios, y aún así se contamina la leche. Esto es el caso, en particular, de los forrajes considerados fáciles a ensilar, como el maíz o el sorgo (elevada altura de corte y acidificación rápida del silo).
Un investigador Italiano, el Profesor Giorgio Borreani, especialista en ensilados desde hace muchos años, examinó la cuestión (Borreani y al., Journal of Applied Microbiol., 2009).
Puso de manifiesto que, contrariamente a las apariencias, ensilados de maíz o sorgo, perfectamente limpios y bien conservados, podían ser una fuente de contaminación butírica. ¡En efecto, si a la apertura del silo los análisis muestran un silo pobre en clostridios (un centenar de esporas por g), el número de bacterias butíricas aumenta después de exposición al aire, alcanzando hasta 5 millones de esporas/g en el caso del maíz (numeración obtenida después de un centenar de horas en condición experimental)!
En paralelo, el investigador había utilizado dos conservantes microbiológicos, una bacteria láctica homofermentativa (L. plantarum) y L. buchneri NCIMB 40788*, con el fin de ver cómo oponerse a esta evolución bacteriana anárquica después de la apertura del silo. La bacteria acidificante no tuvo ningún efecto sobre el reinicio de las fermentaciones y el desarrollo de butíricos después de apertura de los silos, en cambio los silos tratados con L. buchneri NCIMB 40788 no mostraron desarrollo de butíricos tras 300 horas de exposición al aire, siempre en condiciones experimentales.
Los clostridios, bacterias productoras de ácido butírico son gérmenes que forman esporas: cuando las condiciones exteriores son poco favorables a su crecimiento, están en estado latente. En el silo silo: el ensilado se acidifica rápidamente, los clostridios presentes sobre los forrajes tienen poco tiempo para desarrollarse y se mantienen en el silo en estado de espora. A la apertura del silo, hay una reiniciación de la fermentación: en presencia oxígeno, levaduras y mohos se desarrollan, responsables del calentamiento de los silos. En paralelo, el pH del silo aumenta: pierde su acidez (los microorganismos aerobios consume entre otras cosas el ácido láctico), y los clostridios pueden reanudar su desarrollo. La acción antifúngica de L. buchneri NCIMB 40788 permite estabilizar el pH por debajo de 5 durante más de 300 horas en presencia de oxígeno, impidiendo así el desarrollo de clostridios en el silo, limitando el riesgo de su paso a la leche.
* L. buchneri NCIMB 40788 está presente en la composición de los aditivos de la gama Lalsil® destinados a los ensilados con elevada materia seca: Lalsil® Fresh y Lalsil® Dry.
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