Un equipo de investigadores británicos, con la colaboración del Centro Internacional de Investigación de Plantas de la Universidad de Wageningen (Holanda) ha llevado a cabo un estudio para determinar las implicaciones medioambientales de la producción extensiva y la intensiva. Para ello se analizó la producción ganadera de vacuno y ovino y cultivos de trigo, colza y patatas en sistemas intensivos y extensivos, según publica el Boletín Exterior del MARM.
Se calcularon los costes medioambientales de ambos modelos productivos para una misma producción final. En una primera conclusión, el modelo extensivo presentaba menores costes medioambientales por hectárea, si bien se necesitaba mucho más factor suelo para alcanzar una producción equivalente a la del modelo intensivo.
Con estas mismas premisas se aplicó entonces un nuevo modelo de evaluación de costes medioambientales, en base al factor total de productividad y al ciclo vital de los inputs necesarios, es decir, el que introduce todos los costes de los inputs, incluidos los costes medioambientales (efecto invernadero, vertidos minerales, recalificación de suelos, etc) de su aplicación. Los resultados del modelo llevaron, en este caso, a la conclusión de que la actividad agrícola y ganadera intensiva en el uso de los factores de producción es más sostenible que la extensiva, debido precisamente a la mayor necesidad en el esquema extensivo del factor suelo, cuya reconversión a la actividad agraria presenta elevados costes medioambientales.
Los defensores de la agricultura extensiva podrían objetar que prefieren un descenso en la producción por considerarlo más sostenible. Según los investigadores, en caso de una disminución de la producción, resulta más sostenible reducir suelo que hacerlo extensivo. Otro profesor Rudy
Rabbinge llegó más o menos a la misma conclusión en el informe “Suelo para elegir” de 1992.
Sobre la base de esta tesis, puede estar tomando cuerpo en Países Bajos la teoría de que las ayudas agrícolas comunitarias van destinadas principalmente a las explotaciones extensivas, las cuales son menos sostenibles para la naturaleza y el medioambiente, según las conclusiones de la Organización neerlandesa Monumentos Naturales (Natuurmonumenten) y de un estudio todavía no publicado por la Institución Alterra de la Universidad de Wageningen.
La Ministra de Agricultura holandesa encargó dicho estudio con el fin de apoyar el desarrollo de un nuevo sistema de reparto de ayudas. De la investigación del Instituto de Conocimiento Alterra, se desprende que las explotaciones que obtienen la mayor parte de las ayudas en Países Bajos son las de cultivos extensivos en las colonias de turba (E. de Drenthe y SE. de Groninga), los ganaderos de vacuno para carne del Valle de Güeldres y los productores de leche de Frisia,
Gúeldres y Overijssel. Se trata de un gran número de explotaciones con mucho suelo y elevada carga ganadera.
Los investigadores abogan en su estudio en favor de la introducción de un nuevo sistema de ayudas. La sugerencia más relevante es que la administración debe exigir a los agricultores una contraprestación por la ayuda recibida en concepto de la correspondiente preservación medioambiental.
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