La administración comunitaria tiene previsto presentar el próximo 28 de mayo una propuesta con el fin de permitir en la UE la entrada de pollo de EEUU que haya sido tratado con productos clorados. No obstante, la Comisión Europea quiere establecer numerosas condiciones sanitarias, como por ejemplo, que la carne de pollo tendría que enjuagarse en agua potable una vez que ha sido desinfectada con los productos clorados. Además, los pollos tratados tendrían que ir identificados con un etiquetado que informara a los consumidores europeos del tratamiento.
Antes de la Cumbre UE-EEUU que se celebrará en junio, la Unión Europea tiene que posicionarse sobre el levantamiento de la prohibición de importar de EEUU carne de pollo que haya sido tratada con ciertos productos clorados. Dicho tratamiento tiene como misión la descontaminación de las canales de pollo de las bacterias patógenas, como salmonella y campilobacter. Por este motivo, este conflicto se ha dado en llamar del “pollo clorado”.
EEUU está ejerciendo mucha presión para conseguir el levantamiento de la prohibición por el beneficio comercial que dicha acción le reportaría. Simplemente, las exportaciones a Rumania en 2005 supusieron 63 millones de dólares, las cuales tuvieron que suspenderse cuando este país pasó a formar parte de la UE.
En la UE, los intereses están enfrentados. Mientras que la industria está a favor, los ganaderos no. En cuanto a los Comisarios de la UE, dependiendo a los intereses que representen, también tienen opiniones diferentes.
Las sustancias en cuestión son el dióxido de cloro, el clorato sódico acidificado, el fosfato trisódico y peroxiácidos. Desde 1997, la UE ha prohibido la importación de esta carne, por considerar que dicho tratamiento podía suponer un riesgo. En la UE está prohibida su utilización.
El Comité Científico de Riesgos Medioambientales y Sanitarios (SCHER) junto con el Comité Científico de Riesgos Sanitarios Emergentes o Recién Identificados (SCENIHR) emitió ayer un dictamen conjunto, en el que señalan que la eliminación de estas soluciones de productos a través de los desagües, pueden suponer un riesgo medioambiental. No obstante, esto puede solucionarse por un adecuado tratamiento del efluente. En el caso del fosfato trisodico, los efluentes tendrían que ser gestionados para evitar la liberación de fosfato en el medio ambiente acuático.
La Autoridad Europea de Seguridad de los Alimentos (EFSA), en el dictamen emitido esta semana, ha determinado que a pesar de la larga historia de uso de las sustancias antimicrobianas para descontaminar canales de pollo, no existen datos que indiquen un aumento de la tolerancia bacteriana y de la resistencia terapéutica a los antibióticos. El dictamen del SCHER y del SCENIHR ha completado la opinión de la EFSA en este sentido, señalando que hay limitada evidencia sobre la potencial producción de la resistencia bacteriana tras el tratamiento de las canales de pollo con estos productos clorados
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