Recientemente ha aparecido en varios países el nuevo término “agflation”, mezcla de agricultura e inflación económica (inflation), que consiste en el aumento global de los índices de precios causado por el auge de los de los alimentos que ha tenido lugar en los últimos meses.
La “agflation” está causada por la mayor demanda global de productos agrarios, que a su vez es consecuencia de que la población mundial es cada vez mayor; el aumento de nivel de vida de los países emergentes que causa un incremento de la demanda de materias primas y la nueva demanda aparecida por los usos industriales, en especial los biocarburantes.
La FAO lleva advirtiendo desde hace varios años, mucho antes de que apareciera la fiebre de los biocarburantes, del hecho de que el mundo produce menos grano del que se consume y de que esto inevitablemente llevaría a una situación de bajas reservas y altos precios, que es lo que ahora está sucediendo. No se trata por tanto de una situación coyuntural causada por algún desastre climático o una situación especial, sino de algo que se ha venido gestando desde años atrás.
La “agflation”, junto con los altos precios de la energía es y será uno de los factores principales de la deceleración económica que acaba de comenzar. España es un país particularmente sensible por su carácter muy deficitario de las principales materias primas agrarias; cereales y oleaginosas.
En la política agraria europea y nacional hay actualmente muchos factores que fomentan aun más la “agflation” que se derivan de que las políticas actuales están hechas para otro escenario, ya pasado, en que los alimentos eran baratos, no había crisis y no existía este problema.
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