Es una creencia extendida que las explotaciones ganaderas de vacuno, que aprovechan a diente los forrajes, pueden afectar a la calidad del agua, debido a la escorrentía del fósforo procedente de las propias deyecciones caídas en el campo y los fertilizantes aplicados para el crecimiento del forraje. Sin embargo, pocos datos había hasta ahora para medir esta pérdida de nutrientes.
Científicos de la Unidad de Investigación de Vacuno en Brooksville, Florida (EEUU), han examinado los cambios en la fertilidad del suelo en pastos de bahiagrass con ganado vacuno desde 1988 a 2002. Los prados se pastaban en primavera y el heno se consumía en verano. Se estudiaron tres unidades de pastos que tenían un área total de 1.500 ha, de las que 1.300 eran pastos permanentes, con un total de 1.000 cabezas de vacas, toros y terneros.
Se analizaron los suelos, mostrando que el nivel de nutrientes había descendido, especialmente en fósforo, a pesar de las aportaciones de fertilizantes y de las deyecciones.
Usando el índice de estado trófico (TSI por sus siglas en inglés), se analizó la calidad del agua de tres lagos cerca de Brooksville, entre 1993 y 2002. El TSI es un indicador de la condición general del agua, incluyendo las características biológicas, químicas y físicas. El resultado del análisis de los tres lagos dieron las puntuaciones de 30, 35 y 46, que de acuerdo con la escala del TSI indican que el agua se encuentra en buen estado (entre 0 y 59 es considerado bueno, entre 60 y 69 es regular y entre 70 y 100 malo).
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