“Con las cosas de comer no se juega”, decían nuestros abuelos. Nosotros hemos jugado dejando que “la mano invisible” del mercado, (un ramillete de transnacionales escondidas en la OMC, Organización Mundial del Comercio), descontrole la situación, como si para la agricultura y ganadería no fuera bastante la azarosa mano de la naturaleza.
Igual que unos pocos excedentes han mantenido hundidos los precios de la leche durante los últimos veinticinco años, un poco de escasez dispara los precios a niveles inimaginables. Estas y otras “perlas” se pudieron escuchar hace sólo unos meses cuando el Ministerio de Agricultura reunió en Oviedo en GLOBALACTEA a mas de trescientos “sabios” que a la luz de lo que está pasando dijeron no pocas tonterías.
El mercado internacional de la teche funciona a base fundamentalmente de leche en polvo y mantequilla ¿Por qué se han disparado sus precios?. Por un lado China, que casi ha duplicado su escaso consumo de lácteos por habitante ¡y son muchos!. En Europa, primer productor mundial, los ganaderos abandonan la producción desesperados por su situación, producen por debajo de su cuota. En la mayoría de los países del tercer mundo nuestro “dumping” ha laminado a sus campesinos y ahora ni tienen leche ni pueden pagar los precios de mercado. Y para rematar Australia y sobre todo Nueva Zelanda han sufrido una fuerte sequía que ha cortado bruscamente su producción ¡y son el 50% del mercado mundial de leche en polvo y mantequilla!.
La solución a esta escasez no está al alcance de la mano porque la naturaleza manda y la leche, la de verdad, la buena, la producen las vacas. Y nuestra cabaña de vacas de leche está en continua disminución en los últimos años. Por un lado los ganaderos aburridos y explotados abandonan y esto a nadie le preocupaba por que se decía que seguíamos produciendo la misma leche e incluso más. Por otro, ese producir más entre menos sólo se logra intensificando la producción y haciendo producir a las vacas en un año lo que en buena ley debían producir en dos. Y como la naturaleza manda las vacas, que sólo dan una cría al año y la mitad machos, no son capaces de reponer los rebaños. Ante este panorama, no es de extrañar que en estos momentos el precio de una novilla de leche supere los 2.000 euros. ¿ Cuál es el problema?. Que en estos momentos no las hay y por lo tanto no habrá leche en varios años para equilibrar el mercado.
Esta situación no debiera preocupar al consumidor, sobre todo si cree que vivimos en una democracia y que tenemos gobernantes que tienen un papel que jugar y un poder para ejercer. Los ganaderos probablemente cobremos el litro de leche a cincuenta céntimos de euro, un precio que viene a socorrernos ante el incremento brutal de los costes de producción y que después de todos los sábados, domingos y fiestas de guardar trabajados en los últimos 25 años parece un precio bastante razonable . Los costes para poner ese litro en manos del consumidor no superan los quince céntimos. Hasta llegar al euro ¿no queda margen suficiente para que todos los eslabones de la cadena vean adecuadamente recompensados sus esfuerzos?. Sobre todo para aquellos que se limitan a poner una estantería y que por la indolencia, o algo peor de nuestros gobiernos, se están haciendo dueños de nuestras vidas.
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