Según un estudio de la Universidad de Yale divulgado por el Centro Internacional de Mejoramiento del Maíz y el Trigo (CIMMYT) las modernas variedades de trigo y maíz, fruto de la mejora genética, no solamente han incrementado de forma notable los rendimientos en los países en desarrollo, sino que además han reducido de forma notable la variabilidad e incertidumbre de las cosechas, suponiendo un enorme beneficio económico para la agricultura y la seguridad alimentaria respecto a las variedades tradicionales.
En el estudio se analizan las cosechas de los últimos 40 años en varios países y su relación con la expansión de los cultivares modernos y del uso del riego y de insumos agrícolas.
Los críticos de la “revolución verde” y la mejora genética científica de los cultivos argumentan frecuentemente que la mejora genética no ha tenido apenas impacto en los países en desarrollo
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