Los medicamentos que se administran a los animales tienen el inconveniente que aquellos productos que no han sido utilizados por el organismo se expulsan al medioambiente, mediante las deyecciones. Científicos del Laboratorio de Salinidad en Riverside (California) han estudiado qué sucede con un antibiótico que se suministra muy comúnmente, la sulfadimetoxina.
Han desarrollado un modelo matemático que ha puesto de manifiesto que las bacterias que prosperan en los purines juegan un papel muy importante en la rapidez en la que se degrada la sulfadimetoxina. Algunas de estas bacterias pueden digerir e inactivar el antibiótico excretado.
En consecuencia, los científicos aconsejan a los productores que han usado el antibiótico, que almacenen los purines creando un ambiente que favorezca la proliferación de estas bacterias, como son condiciones de humedad y de calor.
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