Un estudio de la Universidad de Columbia (EEUU) da una explicación al hecho que sea casi más difícil mantenerse en un peso bajo que el perder los kilos de más.
Al parecer el peso corporal está regulado por la hormona neuroendocrina leptina. Una pérdida de peso conlleva una mayor eficiencia de los músculos que pueden hacer los mismos movimientos con menos esfuerzo, y con ello un menor consumo de energía. La consecuencia es un mejor tono nervioso y una menor concentración de leptina, tirosina y triyodotiroidina, lo que hace que se tienda a recuperar el peso.
Para comprobar esta hipótesis se ha administrado leptina a individuos que habían pedido el peso y a personas obesas, encontrándose una menor incidencia de aumento de peso posterior a la dieta en las que habían recibido la hormona.
El conocimiento de este mecanismo podría llevar en un futuro al uso terapéutico de la leptina en el mantenimiento de un bajo peso corporal
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