Un estudio realizado por el científico francés Jean-Phillipe Deslys y otros colegas y recientemente publicado en The Lancet, estima que una persona tendría que haber comido al menos 1,5 kg de tejido nervioso infectado para desarrollar la variante de la enfermedad de Creutzfeld-Jacobs.
Los científicos han estudiado la transmisión de la enfermedad en primates y han observado que existe una significativa barrera de especie para prevenir la transferencia de la EEB a humanos. Se ha determinado que la transferencia de la infectividad del vacuno a los humanos podría ser de 7 a 20 veces inferior a la transmisión vacuno-vacuno mediante la ingestión del agente de la EEB.
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