En estos días en los que hay una gran preocupación por los precios del petróleo y el gasóleo, muy probablemente se volverá a hablar sobre las energías alternativas entre las que están los biocarburantes de origen agrícola, que en esta campaña estrenan en la UE la nueva ayuda de 45 €/ha que se acordó en la última reforma de la PAC.
Teóricamente los biocarburantes son algo «ecológico» porque la energía se obtiene de plantas que previamente han fijado carbono atmosférico y al quemarse no hacen sino liberar el carbono que antes habían tomado de la atmósfera, con un balance nulo en cuanto al efecto invernadero. Sin embargo este enfoque simplista a menudo ignora que producir biocarburantes requiere también un consumo de energía adicional en la misma producción agraria (el mismo consumo de gasóleo de la maquinaria, el de la producción de los fertilizantes etc.), en el transporte del grano a la factoría, y en el mismo proceso de transformación. Es por ello del máximo interés conocer cual balance energético de la producción de biocarburantes, ya que si se consume más energía de la que se produce resultaría que no serían algo sostenible ni ecológico y su apoyo público podría ser puesto en tela de juicio.
En Estados Unidos, el país con mas auge en la producción de biocarburantes, particularmente etanol de maíz, ha habido una gran polémica sobre esta cuestión a raíz de un estudio ya antiguo del profesor Pimentel de la Universidad de Cornell, que concluía que el balance energético de la producción de etanol a partir de maíz era negativo, ya que se producía menos energía de la que se consumía.
Sin embargo, según parece estudios más recientes basados en datos más actualizados muestran que la industria ha conseguido en los últimos años ser más eficiente, teniendo ahora la producción de bioetanol un balance positivo en un ratio en torno a 1,3 a 1,4 a 1, en el caso de maíz de secano
En 1990 el rendimiento de la transformación era de 0,57 litros de etanol por kilo de maíz, mientras que en 2002 se han alcanzado 0,62 litros/Kg. Además hay que tener en cuenta también la energía contenida el subproducto DDG utilizado en la alimentación animal. En cuanto al consumo, la principal partida en la producción es el fertilizante nitrogenado, por lo que una optimización del abonado es clave en cuanto a la eficacia energética.
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