A finales de enero pasado, la Agencia de Seguridad Alimentaria de EEUU divulgó que se iban a establecer normas más estrictas en relación con la alimentación de los rumiantes, con el fin de evitar cualquier riesgo de EEB. Sin embargo, según denuncia el período USA Today, todo han sido palabras y ninguna acción, porque transcurridos más de tres meses, todavía no se han aplicado. Y lo que es aún más grave, ni siquiera se han publicado en el Federal Register (equivalente al BOE español), paso previo para que entraran en vigor y se pudieran aplicar.
Las normas en cuestión se refieren a tres prohibiciones concretas. Una es que se prohíba la utilización de sangre y productos derivados de la sangre de rumiante en la alimentación de éstos, porque se cree que la sangre podría contener la infección.
La segunda es prohibir en la alimentación de los rumiantes la basura de pollo. Dicha basura contiene cama, restos de pienso, plumas y materia fecal. El motivo es porque los rumiantes pueden recibir de forma indirecta proteína de rumiante, bien vía los restos de pienso o bien vía las heces contenidas en la basura, dado que los pollos pueden ser alimentados con harinas de rumiante.
La tercera prohibición es la de no permitir el uso de desperdicios de cocina, por el mismo motivo anterior de que los rumiantes pueden terminar comiendo proteína de rumiante
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