Los corderos recién nacidos tienen una grasa marrón que les sirve para protegerles del frío, ya que genera calor en respuesta a bajas temperaturas o un exceso de ingestión calórica. Con el tiempo esta grasa se transforma en grasa blanca, cuya misión es estrictamente almacenar energía.
Científicos de Imperial Collage de Londres están llevando a cabo un estudio de cómo funciona esta grasa marrón, con un doble objetivo. Uno es el de conseguir prolongar la permanencia de la grasa marrón en los corderos de poca edad con el fin de protegerles de las bajas temperaturas. Muchos corderos recién nacidos mueren de hipotermia, generando importantes pérdidas. Los ganaderos en ocasiones ponen una especie de jersey a los corderos vulnerables para protegerlos del frío, pero a veces es difícil acceder a áreas remotas en el momento adecuado.
Otro de los objetivos del estudio está enfocado a reducir la obesidad en humanos. Esta está alcanzando cifras espectaculares. En el Reino Unido, un 20% de la población tiene sobrepeso y este porcentaje se eleva al 60% en EEUU. Los recién nacidos humanos tienen, al igual que los corderos, grasa marrón, pero la pierden con el tiempo. Hay mamíferos, como los roedores, que no pierden la grasa marrón. Los científicos consideran que si se pudiera reactivar la grasa marrón, se podría perder peso sin tan siquiera intentarlo.
En las células, las mitocondrias usan la energía que liberan para hacer ATP. En las células de grasa marrón, la proteína desacoplante 1 (UCP-1) interfiere con el proceso, forzando a las células a liberar energía como calor. Los científicos han visto que la isoprenalina incrementa los niveles de UCP-1 tras el nacimiento.
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