Aunque la administración neocelandesa había descartado el sacrificio de los cerdos afectados por el síndrome de adelgazamiento post-destete (PMWS) y había considerado que la erradicación de la enfermedad era prácticamente imposible, el sector productor ha optado por intentar cualquier opción.
La interprofesión porcina de nueva Zelanda ha decidido que se sacrifiquen las 480 reproductoras y sus lechones de las tres explotaciones afectadas en Waikato, en North Island. Esta decisión se ha tomado tras realizar diversas consultas entre los productores del país, consiguiendo que un 80% de la producción estuviera a favor de aplicar esta mediada. Según los expertos, esta medida podría tener una probabilidad de éxito de un 50%. Actualmente se están discutiendo las compensaciones que deben recibir los ganaderos a los que se les sacrifiquen sus animales.
El Ministerio de Agricultura neocelandés ha establecido un control del movimiento del ganado entre la zona norte y sur del país, así como un activo programa de investigación en South Island.
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