Dentro de su plan de austeridad, el gobierno francés ha anunciado la aplicación de un nuevo impuesto. Se trata de una tasa a las bebidas azucaradas, que se ha presentado como una medida de salud publica, para tratar de prevenir la obesidad.
Los remolacheros franceses se han opuesto a esta tasa que según recientes análisis, no tiene ninguna base científica ni médica. Un estudio del Instituto francés de Investigación Agraria (INRA) en 2010 indicaba que estas medidas fiscales no tienen efecto en el comportamiento alimentario del consumidor y recordaba que en EEUU se habían llevado a cabo políticas fiscales semejantes con las bebidas azucaradas, sin conseguir una reducción significativa en el peso de los adolescentes.
Además, los remolacheros galos consideran que la medida puede tener un impacto muy negativo en relación con la industria agroalimentaria, así como en el consumidor, que considera al azúcar como un producto natural y parte integrante del modelo alimentario francés.
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