Científicos del Instituto de Ciencias y Tecnología Medioambiental de Suiza han obtenido bacterias genéticamente transformadas que tiene la propiedad de detectar la presencia de arsénico mediante la emisión de luz, actuando como sensores biológicos ultrasensibles.
Se trata de bacterias intestinales (E.coli) a las que se han insertado genes que producen un color en las regiones del ADN que controlan la resistencia al arsénico. Se han producido dos cepas, una que produce de luciérnaga, y otra de medusa; y una tercera una proteína capaz de cambiar el color blanco al azul.
Otros biosensores bacterianos existentes hasta ahora eran capaces de detectar solamente el arsénico en la forma de arsenito. Este en cambio detecta tanto arsenitos como arsenatos.
Las bacterias secas en tiras de papel se podrán usar como detectores de arsénico en la aguas. Los biodetectores de arsénico, que se están probando actualmente en Vietnam, tendrían un coste muy bajo, del orden de dos centavos de dólar, ya que la bacteria OMG es muy barata de producir.
El arsénico en el agua de riego y en la de consume es un problema de salud de la máxima importancia en ciertas partes del planeta, especialmente en Bangladesh y ciertas zonas del India y de Chile. La exposición a largo plazo a pequeñas dosis de arsénico produce enfermedades en la piel y cáncer.
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