BASF Agro España ha celebrado en su Estación Experimental Agrícola de Utrera una
nueva jornada de su Club Hortícolas, un evento cuyo objetivo es intercambiar
conocimiento sobre las últimas novedades técnicas, tendencias y buenas prácticas
agronómicas del sector. La filosofía del Club es reunir a los principales
actores de la cadena de valor, desde comercializadores hasta la Administración
pública y, de esta forma, aportar el mayor valor añadido posible a los técnicos
de las principales empresas hortícolas, a los que trata de prestar este
servicio.
En concreto, durante la jornada, diferentes responsables de la cadena
alimentaria, técnicos y agricultores tuvieron la oportunidad de debatir sobre
dos temas de especial relevancia para las empresas exportadoras hortícolas
nacionales: la seguridad alimentaria y los estándares secundarios.
El primer país exportador de Europa
España es el primer país exportador de hortalizas de Europa, siendo la UE y sus
grandes cadenas de supermercados el principal destino de los productos
hortícolas nacionales.
Para garantizar la seguridad de los alimentos existen numerosas figuras de
control sanitario de los productos agroalimentarios que se producen en España.
Una de ellas es AECOSAN, la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y
Nutrición que depende del MAPAMA, que garantiza la eficacia de los sistemas de
control de los alimentos. Otra es AICA, la Agencia para la Información y
Control de la Cadena Alimentaria, también del MAPAMA. Y por encima de ellas
está la EFSA, la Autoridad Europea para la Seguridad de los Alimentos, que ayuda
a proteger a los consumidores, animales y medio ambiente de riesgos asociados a
los alimentos.
Éstos y otros organismos exigen a los agricultores producir bajo una normativa y
procedimientos de seguridad alimentaria y vegetal muy concretos y regulados para
poder vender sus productos tanto dentro como fuera de nuestras fronteras.
Buenas prácticas agrícolas
Pero, más allá de los mecanismos de control y seguridad alimentaria vigentes, la
industria hortícola española, que es también una de las más avanzadas
tecnológicamente del mundo, se rige por unas buenas prácticas agrícolas en base
a las que produce y vende cada día en los mercados miles de toneladas de
hortalizas sanas y seguras.
Por otro lado, los estándares secundarios son criterios de comercialización que
algunas cadenas de supermercados del centro y norte de Europa (alemanas e
inglesas entre otras) imponen a los productos hortícolas. Estos estándares van
más allá de los límites máximos de residuos que un producto puede presentar de
acuerdo a la legislación europea, tienen la finalidad de diferenciarlos de sus
competidores.
Tal como comentaba ayer Miguel Vela, director del departamento de calidad de
FEPEX, la Federación Española de Asociaciones de Productores Exportadores de
Frutas y Hortalizas: “algunas cadenas de supermercados extranjeras imponen a los
agricultores unos requisitos que van más allá de las exigencias de la propia
normativa nacional y de la UE. Estos requisitos forman parte de contratos
privados en los que la UE no toma parte e incluyen criterios sin base científica
ni agronómica”.
Una medida de control excesiva
Los estándares secundarios son una medida excesiva cuya práctica dificulta al
técnico agrícola llevar a cabo una sanidad vegetal optimizada en sus cultivos,
tanto a corto como a medio y largo plazo, y pueden resultar peligrosas llegando
a generar resistencias no deseadas en el campo.
Felipe Medina, Responsable de cadena agroalimentaria de ASEDAS, la Asociación
Española de Distribuidores de Autoservicios y Supermercados destacó que “los
productos agrícolas españoles se encuentran a disposición del consumidor en
perfectas condiciones de seguridad alimentaria, precio y calidad, gracias al
meritorio trabajo de todos los operadores de la cadena agroalimentaria. Las
asociaciones interprofesionales son una herramienta de gran utilidad para
trasladar al consumidor una imagen de éstos que se corresponda con la seguridad
y control con los que se producen”.
Por su parte, Mariano Rodríguez Moya, director de calidad de Carrefour y SOCOMO,
la primera empresa española comercializadora y exportadora hortofrutícola
nacional, señalaba: “No debemos olvidar que los niveles de seguridad alimentaria
que tenemos hoy en España y en Europa se deben, entre otros factores, al
desarrollo de los fitosanitarios. A lo que añadió que, “de 3.000 controles
realizados el año pasado a productos hortofrutícolas nacionales por la
comercializadora SOCOMO solo un 1,8% mostraron incidencias fitosanitarias, un
porcentaje muy bajo e inferior al de la misma categoría de productos analizados
de otros países comunitarios”. “En España disfrutamos de un alto nivel de
seguridad alimentaria, hay un gran trabajo detrás para que la confianza del
consumidor esté garantizada”. “El problema no son los fitosanitarios sino
aquellos que no los utilizan adecuadamente”.
Agricultura segura y controlada
En palabras de Francisco José González Zapater, Jefe del Servicio de Sanidad
Vegetal de Murcia, “la agricultura nacional es segura, está controlada y se
produce bajo los estándares que exigen las autoridades alimentarias”. Añadió que
“el nuevo consumidor está muy conectado y muy informado y sin embargo a pesar
de que la producción cuenta con más certificaciones y controles, su confianza
ha disminuido”.
Cecilio Fernandez Vicente, Technical Crop Manager de Hortícolas de BASF
comentaba: “Desde BASF se recomienda seguir las indicaciones de la etiqueta y
registro del producto. Los límites máximos de residuos no son una medida
extraordinaria, sino que se definen en el desarrollo del producto mismo. Si se
cumplen las indicaciones de uso que vienen especificadas en la etiqueta, no se
deberían de sobrepasar los límites máximos de residuos permitidos por las
autoridades”.
Complejidad técnica de los fitosanitarios
Para Olga Gómez Toledo, Directora de Comunicación, Relaciones Institucionales y
Sostenibilidad en BASF, “la complejidad técnica que rodea al desarrollo de los
fitosanitarios, dificulta el entendimiento por parte de la opinión pública. La
mala prensa y un entendimiento erróneo de las medidas de seguridad alimentaria
que se imponen a estos productos, se enfrentan al rechazo en su uso. Es
importante que la sociedad comprenda el papel del agricultor en la salvaguarda
de la seguridad alimentaria”.
En suma, que la desinformación y la legislación paralela que se impone desde las
cadenas de distribución transnacionales, que establecen de forma arbitraria
requisitos que pueden variar cada campaña, generan inestabilidad en nuestro
sistema productivo de hortalizas y pueden tener consecuencias agronómicas
negativas.
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