Desde la aparición del Coronavirus, han cerrado muchos mataderos frigoríficos en EEUU, como consecuencia de la falta de mano de obra por el aumento del número de casos y por la preocupación de los trabajadores ante el contagio. En las últimas dos semanas, la faena cayó 19% (241.000 cabezas) con respecto al mismo período del año pasado, según las estimaciones de la consultora Steiner. Uno de los últimos casos registrados fue en una planta procesadora de la firma JBS cerca de Plainwell, Michigan, donde alrededor de 60 empleados dieron positivo a Covid-19, según señala Rosgan.
La situación es tal, que el presidente de EEUU, Donald Trump, ha firmado esta semana una Orden ejecutiva para mantener abiertas las instalaciones de procesado de carne y aves de corral durante la emergencia nacional COVID-19, ya que juegan un papel integral en la continuidad de la cadena de suministro de alimentos de EEUU.

Es lógico pensar que si la producción de carne se reduce en EEUU, se va a priorizar el mercado interior y se van a reducir los envíos a China y otros países asiáticos. De acuerdo a los datos del Departamento de Agricultura de EEUU (USDA), las exportaciones semanales de carne vacuna hasta el 16 de abril mostraron una caída del 45% en comparación con la semana anterior y del 35% en relación al promedio del último mes.
Esta grave situación que atraviesa el sector en EEUU, se presenta como un oportunidad comercial para Brasil, que podría hacerse con la cuota de mercado de vacuno de EEUU en China. En Brasil, las plantas de faenado sufren menos este tipo de disrupciones en la actividad industrial, dado que su estructura es mucho más atomizada que la americana.
Estados Unidos es el principal competidor de Brasil, el mayor exportador mundial de carne vacuna y pollo y el cuarto de carne de cerdo.
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