La UAGN ha presentado recientemente la creación de un sello social, que indique que todo aquél que ha participado en la producción, transformación, comercialización y venta de un producto, no ha perdido dinero y ha generado beneficios, a través de una certificación. Los impuestos del sello se invertirían en localidades menores de 1000 habitantes.
El logo sería similar a los que todos conocemos, DO´S, IGP´S, etc, es decir tras un proceso de control y certificación, aparecería en el producto terminado un símbolo concreto que garantizaría al consumidor el compromiso social con toda la cadena alimentaria, y gracias a la compra de ese producto determinado, el consumidor contribuiría a mantener los pueblos y los entornos rurales.

Sería necesaria la implicación de la Administración para el control y formación de precios a lo largo de toda la cadena alimentaria y el control por parte de una certificadora oficial de esa trazabilidad social de ese producto. El consumidor a través de un código bidi, podría conocer los costes de producción de ese producto concreto, y toda la información añadida sobre el proceso de la cadena alimentaria.
La idea es la implicación de la Administración para el control y formación de precios a lo largo de toda la cadena alimentaria. Sería necesario también el control por parte de una certificadora oficial de esa trazabilidad social de ese producto.
El consumidor a través de un código bidi, podría conocer los costes de producción de ese producto concreto, y toda la información añadida sobre el proceso de la cadena alimentaria.
Un ejemplo concreto: un productor de vino lograría este sello social:
-si se demuestra que el agricultor ha pagado a sus trabajadores por encima del convenio en vigor, se pueden aportar nóminas.
– si los insumos que ha pagado el agricultor están por encima de los costes.
– si la uva empleada en la elaboración de esa botella está pagada al agricultor por encima de los costes de producción más un beneficio empresarial.
– si los materiales empleados para que el vino llegue a estar embotellado cumplen esas premisas
– en ese caso la botella tendría el sello social, con su código bidi correspondiente para que el consumidor compruebe la veracidad de esa trazabilidad social.
– y por último, los impuestos que se generen vía venta de esa botella irían a parar a localidades menores de 1000 habitantes, una política de retorno de impuestos a habitantes del medio rural para que sigan manteniendo los pueblos, el paisaje y el medio ambiente, y para que sigan generando empleo en nuestros pueblos.
Entienden que es un concepto nuevo, pero es economía circular en mayúsculas, generar un producto desde el mundo rural para que los beneficios terminen en ese mundo rural. El sello social debe concienciar a la sociedad de la necesidad de una agricultura y ganadería locales, a través un proceso de producción, transformación, comercialización y venta totalmente transparente.
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