La Política Agraria Común no es un capricho del pasado ni una reliquia que la Unión Europea deba modernizar a golpe de recorte. Es la base sobre la que se ha construido el modelo agroalimentario europeo, el que garantiza alimentos sanos, asequibles y sostenibles para más de 400 millones de ciudadanos. Hoy, sin embargo, ese pilar está en riesgo. La Comisión Europea contempla integrarlo en un fondo único, sin garantías, sin visión común y sin una línea presupuestaria clara. Una operación peligrosa, mal disfrazada de eficiencia, que amenaza con desmantelar no solo la PAC, sino también la confianza de millones de agricultores en el proyecto europeo.
El mensaje que lanzamos desde el sector no puede ser más claro: sin presupuesto no hay PAC, sin PAC no hay agricultores, y sin agricultores no hay seguridad. Y no se trata de una exageración. Basta con echar un vistazo a la realidad. Mientras se multiplican las exigencias medioambientales, las inversiones necesarias se demoran. Mientras se habla de autonomía estratégica, se recortan los fondos que deberían garantizarla. Y mientras se promete una transición justa, se deja al campo sin red. ¿Qué clase de transición es esa? ¿A quién beneficia?
El campo europeo ha hablado alto y claro esta semana, con movilizaciones en 20 países. Se ha entregado un manifiesto contundente, con argumentos sólidos y demandas legítimas. Lo mínimo que esperamos de la Comisión Europea es una respuesta igual de clara: un compromiso real con el futuro del sector, con el mantenimiento de una PAC fuerte, comunitaria y bien financiada. Porque si la UE quiere hablar de seguridad, sostenibilidad y cohesión territorial, primero debe mirar al campo. Y escuchar.
No os preocupeis, –no se jugara con la pac–, pero si las comunidades ponen las mil impedimentos y barreras para poderexpoliar parte de lo que nos tienen asignados. estos es saber robar con guante blanco y ordenador.
Cuando se llevó a cabo la reforma de la PAC del año 2003 se impusieron los llamados «CUPOS» (recibir una subvención independientemente de la producción). Cualquier profesional relacionado con la agricultura y la ganadería no entendió en ese momento semejante orientación. A medida que se fue poniendo en práctica se dieron cuenta de que lo que se pretendía era NO PRODUCIR (para traerlo de fuera).
En la UE priman los acuerdos comerciales con terceros países antes que los intereses de los productores europeos.
Para cumplir con esos acuerdos comerciales es necesario y muy importante que no haya producción en la UE. Para ello se han inventado a lo largo de todos estos años todo tipo de artimañas, argucias y engaños para con los productores (políticas medioambientalistas, producción ecológica, prohibición de productos fitosanitarios y zoosanitarios, libros registro, controles sobre parcelas y animales, subidas de precios de todo tipo de inputs necesarios para la producción, precios para los productores por debajo del coste de producción (¿alguien se ha preguntado porqué no se hace cumplir la ley de la cadena alimentaria? No interesa, hay que cumplir los acuerdos comerciales y por tanto, seguirán sin hacerla cumplir por mucho que se proteste y se hable de ello).
Todas las manifestaciones y las reuniones que se hagan con los políticos de la UE seguirán cayendo en saco roto porque lo único que les interesa son los acuerdos comerciales con terceros países y hacer cumplir dichos acuerdos.
Por tanto, es de esperar que sigan asfixiando a los productores con todo tipo de ocurrencias puesto que el objetivo final sigue siendo el mismo: NO PRODUCIR.
Los productores harían bien en no esperar nada favorable a sus intereses y deberían plantearse ir abandonando sus estructuras y medios de producción, más que nada, para no seguir desesperándose y no seguir perdiendo dinero. Eso sí, en la medida de lo posible, no vendan sus explotaciones porque algún día no muy lejano puede que sean muy necesarias.
Todo mi apoyo a esos grandes profesionales de la agricultura y la ganadería que consiguen, con muchísimo esfuerzo, unos productos agroalimentarios de gran calidad.